El Real Monasterio de La Encarnación de Mula, sede de la congregación de las Hermanas Clarisas, ha recibido durante este año un importante número de visitas con motivo de la puesta en valor, tras recibir la autenticidad del Obispado, de la reliquia de la Santa Espina. Una puesta en valor que ha derivado en la rehabilitación de una capilla para la exposición de la reliquia, lo que ha llevado hasta el monasterio a un continuado flujo de visitantes llegados de toda la Región, distintos puntos de todo el país y otras regiones europeas atraídos por ver parte de la astilla de la Corona de Cristo.

Una actividad que viene a complementarse con la puesta en marcha, además, de una hospedería monástica para peregrinos y que ha tenido una gran acogida para todas aquellas personas que quieran sentir la paz de la vida monacal y que, a través de sus quince camas disponibles en un espacio anexo al convento, está contando con alojamientos periódicos y excelentes críticas de sus usuarios.

El trabajo en el convento mantiene, además, el obrador de dulces y el taller de restauración, así como otras labores diversas que ocupan el día a día de la congregación. Una congregación que se mantiene a pesar de la escasez de vocaciones que devuelvan al convento al esplendor de años atrás cuando más de una veintena de hermanas residían en su interior.

En estos momentos no llegan a diez las hermanas y novicias que conforman la congregación, a pesar de ello mantienen su actividad y colaboran con todos aquellos vecinos que siguen llamando a sus puertas.

Hace tan sólo unos días, el Convento de La Encarnación, despedía a una de las hermanas que más tiempo llevaba en Mula, la hermana Sor Caridad, que fallecía tras una larga enfermedad que la había dejado, junto a su vejez, a no poder caminar, lo que no le impidió hasta poco antes de su muerte seguir participando en todos los actos que se celebraban en el convento.

Algunas de las últimas imágenes de la hermana Sor Caridad corresponden a los actos en honor al Niño de Mula y la llegada de las dos últimas novicias al convento, la hermana Alicia y la hermana Janet María que ya forman parte de la congregación.

El convento de clausura muleño vivía, además, durante el pasado año uno de los momentos más emotivos desde hacía décadas con la profesión de los votos solemnes de la hermana Sor Cecilia después de diecisiete años sin celebrar este acto. Un convento que mantiene todo el esplendor de la congregación que lo ocupa y que se mantiene adaptado a las necesidades de la sociedad actual, como muestra de ello los canales con los que las hermanas mantienen un contacto directo con muleños e interesados como es el caso de las redes sociales o incluso un blog donde van derivando la información que surge del convento.

El monasterio se fundó en 1676 y en 1685 se terminaría la construcción del edificio conventual acogiendo a las primeras monjas fundadoras venidas desde Trujillo. En estos momentos la nacionalidad y procedencia de las hermanas es muy diverso lo que no impide que sigan aportando vida a un espacio visita obligada cuando se llega hasta Mula.