El fervor y devoción a la imagen del Niño de Mula se hacía latente ayer con el traslado de la imagen desde su santuario en el paraje del Balate hasta la localidad de Mula en un multitudinario recorrido de más de tres kilómetros en los que los vítores al Niño, las tracas y la 'paloma' para saciar la sed de los romeros eran los protagonistas.

Un intenso olor a alhábegas y hermosos racimos de uva acompañaban al Niño, adornando la urna donde la pequeña imagen era portada en los hombros de hermanos y devotos. Poco antes de las cinco de la tarde, los muleños llegaban, en su mayoría a pie, hasta la pedanía de El Niño para, tras la eucaristía que se celebraba en la ermita, acompañar a la imagen en el tramo que lo separa de la localidad. Niños, mayores, jóvenes, penitentes descalzos, promesas silenciosas o emoción, cada una de las personas que caminaban junto a la imagen tenían un pensamiento distinto pero un mismo sentimiento, la adoración a una de las figuras más representativas de la localidad, el Niño.

La imagen era recibida por las autoridades en la entrada de Mula, donde la banda municipal de música era la encargada de anunciar la llegada. Poco después un poema al Jesús niño era leído desde uno de los balcones, un acto 'in fervorin' que se realizaba por primera vez y que despertó emociones en cada una de las personas que se encontraban en el lugar.

El Niño llegaba pasadas las nueve de la noche al Real Convento de la Encarnación, donde era recibido por las hermanas clarisas y donde permanecerá hasta el próximo día 11 cuando sea trasladado hasta la parroquia de Santo Domingo de Gúzman. La Policía Local, Protección Civil, Guardia Civil y servicios sanitarios velaron por la seguridad de los romeros en todo el trayecto, que se registró sin incidencias significativas.