Que Librilla es un pueblo generoso no lo pone nadie en duda, pero hay un día en que se hace más evidente y es el de las pitanzas, emblema de sus fiestas patronales en honor a San Bartolomé. Anoche, el pueblo cumplió con su histórica tradición y se lanzaron 8.000 panecillos elaborados con los donativos de sus vecinos desde los balcones del Ayuntamiento. La plaza del Consistorio estaba a rebosar con miles de vecinos y visitantes ávidos de conseguir su 'premio'.

El día en Librilla comenzó desde primeras horas de la mañana con la 'recogida de la harina' por las calles del pueblo, al compás de la banda de música que recorrió el municipio junto a miembros de la Comisión de Fiestas.

Cuenta la tradición oral, puesto que el origen de la Pitanzas no puede datarse, que un año de sequía fue su origen, en el que la mala cosecha dio lugar a que los vecinos decidieran repartir el trigo guardado en el 'Pósito' Municipal para paliar el hambre, realizando la promesa a San Bartolomé, de que cada año que se pudiera, durante las fiestas se elaboraría pan con los donativos de todos para repartirlo al pueblo. Tal vez de ahí nace el dicho de que «quien guarda una Pitanza no pasará hambre en todo el año».

A la relevancia del acto, puesto que es único en la Región de Murcia, este año se ha sumado la edición de un Cupón Conmemorativo de la ONCE del 140 aniversario del primer artículo de prensa sobre esta tradición, y que se sorteó en la noche de ayer.

La primera pitanza de la mágica noche la lanzaron los Pitanceros de Honor, nombramiento que este año ha recaído en los socios fundadores de la empresa librillana Gestiriego. Tras el reparto de las pitanzas, la fiesta continuó por las calles de la localidad hasta altas horas de la madrugada con las charangas y el buen ambiente que hace que cada año merezca la pena visitar Librilla durante sus fiestas patronales.