Ataviados con sus relucientes trajes y embriagados con el mejor espíritu festivo, los 'huertanos' transformaron ayer las calles de Los Narejos y Los Alcázares en un escenario de exaltación costumbrista, que reivindicó sus grandes virtudes: generosidad, diversión y tributo a sus raíces.

Los Alcázares fue, por un día, la capital del folclore con la celebración del desfile del Bando de la Huerta y el Mar, que reunió a miles de personas, entre vecinos y visitantes. Y, sobre todo, a los niños, el gran público mayoritario. Ellos, los más pequeños, fueron los más felices ayer: desde las carrozas 'volaron' un sinfín de pelotas y juguetes. Y no sólo regalos, también se repartieron frutas y verduras, para goce de los más mayores.

La cita también homenajeó, como no puede ser de otra forma en la huerta, a los animales, con elegantes caballos tomando las calles, y a los tradicionales oficios, como son los lecheros. También irrumpieron bicis y motos, vehículos de otra época.

Todos marcharon al son de la música de las bandas y las charangas, que no cesaron de sonar. Partieron desde Los Narejos y se inmiscuyeron por Los Alcázares hasta despedirse, entrando ya en la noche, en el Palacio Consistorial.

Las peñas huertanas encabezaron la comitiva, en la que también desfilaron grupos folclóricos regionales, nacionales y extranjeros. También se dejaron ver los cabezudos de Murcia y El Tío de la Pita del grupo La chirimía. No faltó tampoco una representación de Alcantarilla, eel municipio invitado este año.

El cortejo puso la guinda a las 46ª edición de la Semana Internacional de la Huerta y el Mar de Los Alcázares, cuyos festejos se prolongarán hasta el jueves.