«Al final, la gente se cansó y se fue a sus casas», explican testigos de la que fue la segunda noche de tensión en las calles de Fortuna.

Ocurría el pasado viernes por la noche. Pese a que, a primera hora de la tarde, varias familias de okupas hicieron las maletas y se volvieron a sus pueblos de origen, los vecinos «que sí pagamos nuestras casas» (se escudan) no se han quedado tranquilos. Quieren que se vayan absolutamente todas las personas que, desde hace un año y medio, viven 'sin papeles' en los bloques que hay detrás del instituto de la localidad. «Hasta que no se vayan todos, vamos a tener movida en el pueblo», sentencian.

La plataforma ciudadana que se constituía hace unos días (y se movilizaba vía WhatsApp) no tiene previsto desaparecer. Piensan estar haciendo ruido «y saliendo en los medios» hasta que Fortuna se quede «libre de esta chusma». El pasado viernes por la noche quedaban a las once de la noche. Y no fueron pocos. Unos veinte minutos después, ya estaban todos en los bloques de los okupas.

«Alguna gente ha llegado con miedo», explican presentes. Aparte de increpar a los okupas que quedan, decidieron ir «a la casa del que les suministra la luz». Claman contra este hombre (el jueves llegaron a apedrear su furgoneta) porque, según consideran, los andaluces no se habrían acomodado en las viviendas vacías (propiedad de Ángel Fenoll, investigado por el contrato de basuras de Orihuela) si no tuviesen tan fácil el contar con electricidad.

Testigos cuentan que los okupas también atacaron. «Empezó a caer algo de las casas y la gente se encendió», relatan los presentes. El resultado, «dos cristales rotos». Una vez más, pedradas.

La tensión sigue presente en un pueblo en el que su alcalde se deja la piel para calmar los ánimos. «Nos amenazan, nos roban, nos abren los coches y no pagan», claman los vecinos. El conflicto sigue vigente.