Con la firma de los portavoces de los seis grupos políticos de Abarán, los vecinos del pueblo registraron ayer en el Consistorio un total de 2.000 peticiones con las que piden que las campanas de la iglesia de San Pablo sigan sonando. El asunto colea desde la pasada primavera, cuando un vecino denunció al Ayuntamiento por no hacer cumplir a los seglares la ordenanza de ruidos. Acompañó la denuncia con una serie de informes que ratificaban que, de madrugada, el sonido del campanario excedía del permitido. Hace unos días, el propio alcalde, Jesús Molina, tuvo que declarar en los juzgados de Cieza y, desde entonces, las campanas han dejado de sonar.

Y es que estos ciudadanos quieren que el replique se reanude, y por ello, aproximadamente un centenar se concentró a mediodía de ayer a las puertas del Consistorio, para luego desplazarse a la plaza de la iglesia donde se coreó el deseo de que las campanas vuelvan a sonar como lo han venido haciendo durante los últimos 400 años. Estuvieron en la concentración los portavoces de Ciudadanos, Rosa García; de Izquierda Unida, Pablo Rodríguez, y el del PP, Javier Fernández. Éste señaló que los grupos políticos se han hecho eco «del sentir de todo un pueblo que quiere que las campanas de la iglesia más antigua y emblemática del pueblo sigan sonando».

Subrayó que las campanas han dejado de sonar por decisión del cura párroco de la iglesia y del sacristán «para no perjudicar al alcalde, ya que consideran que él no tiene ninguna culpa de todo esto que está ocurriendo».

Esta redacción habló con Juan Yepes, el vecino que ha denunciado al Ayuntamiento aduciendo que el ruido de los campanas no le dejan descansar, ni a él ni a sus hijos. Aclaró que la ley regional de contaminación sonora marca un máximo de 50 decibelios de día y 0 de noche, mientras que la local llega a 30. «Yo tengo, según los informes, 60 decibelios con las ventanas cerradas y 97 cuando están abiertas. Llevo más de un año y medio yendo al Ayuntamiento para hablar con los responsables de todo esto, y he obtenido el silencio administrativo como respuesta», señala el vecino, quien lamenta haber tenido que acudir a los juzgados.

Yepes afirma que es católico, del PP y que no tiene nada contra nadie, «pero tengo que mirar por mi salud y la de mis hijos», señala. Además, reseña que muchos vecinos «me dicen que se han quedado muy tranquilos tras dejar de sonar las campanas, aunque prefieren no meterse en líos».

El cura párroco de la iglesia de San Pablo, José María Hidalgo, declinó realizar cualquier tipo de declaración, aunque cuando surgió la polémica, se limitó a decir que «este es un problema entre el vecino afectado y el Ayuntamiento».