El Ayuntamiento de Ulea, un pequeño pueblo del Valle de Ricote, no debe un euro a los bancos. Su alcalde, Víctor Manuel López, achaca esta situación de bonanza a «la bondad del trabajo que estamos haciendo». Opta por ser humilde y no presume, aunque podría. Su Consistorio, actualmente, tiene un superávit de 260.000 euros. En 2016, por estas fechas, era de 300.000.

López, del Partido Popular, explica a LA OPINIÓN que, en su Ayuntamiento, «el periodo medio de pago a proveedores es de veinte días». Estos proveedores van desde los que les administran material de oficina a la ejecución de obras. «Se estableció que la Administración tenía que pagar a sus proveedores en 30 días desde la entrada de las facturas. Por ley, las empresas, si no cobran en este plazo, pueden solicitar el pago de intereses», apunta el regidor. Pero es algo que, desde luego, no pasa en su localidad.

Preguntado por el secreto del éxito de su gestión, el primer edil insiste en que la clave es manejar las cuentas públicas «como las de tu propia casa». En este sentido, hace hincapié en la importancia de «eliminar gastos superfluos».

Y se empieza por cosas que, a priori, pueden parecer pequeñas. Por ejemplo, lo de los móviles. Ahí no se entrega a cada concejal un teléfono que en realidad pagan los vecinos con sus impuestos: en Ulea cada uno se paga lo suyo.

El ahorro energético es otro de los puntos de tener en cuenta. Víctor Manuel López rememora que, hace ahora tres años, «se cambiaron todas las luminarias» del pueblo y se instalaron luces de bajo consumo. El resultado: el Consistorio se ahorra más del 70% en consumo eléctrico.

Preguntado por las principales demandas del pueblo, el alcalde sentenció que «lo que más preocupa es el poder conseguir empleo». Lo dice el político que está al frente de una de las localidades con menos paro de la Región: actualmente hay en Ulea 65 desempleados (datos del mes de junio).

«La meta para 2019 es llegar a la tasa de paro cero», insiste el primer edil. Apostilla que se trata de uno de los mejores datos en comparación con otros municipios.

Para conseguir ese fin, Víctor Manuel López opina que sería bueno que se construyesen «más viviendas». Asimismo, también alude a «la búsqueda de tejido empresarial nuevo, para cambiar la actividad». En este sentido, se refiere a la planta de residuos. Considera que podría ampliarse y crecer, con el objetivo de así «crear más puestos de trabajo».

Urge una residencia

Otra de las peticiones que tiene Ulea es la de la instalación en su término municipal de una residencia geriátrica. De esta manera, las personas mayores que hayan estado allí toda la vida «no tendrán que mudarse a otro pueblo a pasar sus últimos años».

Personas mayores y enfermas también son las principales beneficiadas de otra de las iniciativas destacadas del Consistorio: la de las comidas en el centro de día. A este respecto, el alcalde recuerda que los usuarios pueden comer por 4 euros al día. Y que, si una de estas personas se encuentra enferma, o ha sufrido un percance y no puede salir de su casa, le llevan la comida a su domicilio sin problema alguno.

Dispensar este servicio es también resultado del plan de ahorro que el Ayuntamiento lleva años (desde 2011) practicando.

Ulea, un pueblecito a unos 30 kilómetros de Murcia, cuenta actualmente con una población de cerca de mil habitantes, calcula su alcalde. De ellos, 220 tienen más de 65 años.

No obstante, no se trata de una población envejecida, por la sencilla razón de que otro dato dice que hay 250 personas menores de 18 años viviendo en la localidad, apostilla el regidor.

En el pueblo no hay instituto. Los adolescentes han de ir a estudiar a Archena, y también ahí el Consistorio les dan ventajas: les subvenciona el servicio de autobús, para evitar que cojan un vehículo particular.