La Comunidad de Regantes de Lorca, con la ayuda del catedrático y rector honorífico de la Universidad de Alicante, Antonio Gil Olcina, pretende recuperar lo que fue la antigua edificación donde se realizaban las subastas del agua en este municipio hasta el año 1960, cuando terminó por clausurarse. Para el próximo 24 de junio está previsto el acto de inauguración del antiguo alporchón, totalmente remodelado, que recordará a muchos la época lejana en la que el agua se la llevaba siempre el mejor postor.

Se trata de un pequeño habitáculo de 55 metros cuadrados de superficie, ubicado entre las calles Colmenarico y Alporchones, cerca de la Corredera y de la sede de la Comunidad de Regantes, que a partir de esa fecha que marca el proyecto se convertirá en una oferta turística más de la ciudad y servirá para profundizar en la lucha que los lorquinos han puesto siempre de manifiesto ante la falta de agua en una tierra semiárida como ésta.

El proyecto está enmarcado dentro de la recuperación del patrimonio hidráulico de Lorca del que tanto sabe el profesor Gil Olcina, quien previamente al acto de inauguración tiene previsto informar sobre el objetivo que se persigue con esta nueva infraestructura puesta ahora al servicio de vecinos y visitantes.

Este plan incluye una exposición de elementos relacionados todos ellos con la subasta del agua: el jarique, la mesa desde la que se tomaban las decisiones de adjudicación o los escritos y libros relacionados con ella. Como complemento a la recuperación del antiguo alporchón se utilizará, también, una de las dependencias de la actual sede de la Comunidad de Regantes en la calle Corredera que se está acondicionando actualmente. El programa previsto para el día 24 de junio con motivo de la inauguración de las instalaciones incluye un viaje en autobús hacia la zona de los pantanos con visita a el Boquerón de Tiata y Tablillas.

Historia de los regantes

Los orígenes de la actual Comunidad de Regantes de Lorca se remontan al año 1761, fecha en la que se puso en marcha el Palacio de la Real Empresa de Pantanos.

Las exigencias del momento eran que estuviese en un lugar céntrico, cerca del alporchón y de la plaza mayor para que los campesinos tuviesen fácil acceso.