El característico tintinear de la campana por las calles de Caravaca anunciaba en la mañana de ayer que la Cruz visitaba a sus hijos más queridos, enfermos e impedidos que aguardaban para poder besar el Leño de Cristo. Muchos recitaban oraciones, otros plegarias y algunos, conscientes de que será la última vez que adoren el Lignum Crucis antes de reunirse con el Creador, sólo miraban al cielo y exclamaban a Dios. Ayer durante su primera visita y tras recorrer el barrio anexo a la Basílica llegó al Asilo que las Madres de los Ancianos Desamparados tienen en Caravaca. Tras pasar por el barrio del Hoyo y hacer su tradicional estación en la ermita de Santa Elena, la patrona de la ciudad hizo un alto en el camino para visitar a las Madres de Clausura Caravaqueñas.