La Santa Espina de Mula, custodiada por las Hermanas Clarisas del Real Convento de La Encarnación, se exhibe desde ayer en un nuevo relicario, obsequio llegado desde la Diócesis de Brescia en Italia, tal y como prometía el Obispo, Luciano Monari, durante su visita a la localidad el pasado mes de septiembre.

El acto de traslado de la Santa Espina se celebró antes de la celebración de una eucaristía presidida por el delegado del obispo de Brescia, Claudio Zanardini, quién recordaba la visita de Monseñor Monari y la conexión que se produjo con la congregación de las hermanas clarisas y la Santa Reliquia. El nuevo relicario mide 45 centímetros y está realizado en latón plateado y dorado. La Santa Espina ha quedado alojada en un pequeño habitáculo que se encuentra en la parte central de la Cruz que conforma el relicario y que es una copia de la Cruz que acoge otra reliquia y que se custodia en la Catedral de Brescia datada de la misma época que la Cruz de Caravaca, según explicó Zanardini.

La base del relicario es de estilo gótico y ha querido resaltar el hecho de que la corona de espinas de Cristo llegó a Europa a través de Francia y fue en este país donde se les rindió culto en la Sainte Chapelle de París de estilo gótico.

En la misma base la imagen de los cuatro evangelistas de la Pasión de Cristo y un coro de ángeles que rodean la base con la unión de la Cruz. Tras la celebración de una eucaristía en la que participaron muleños y autoridades diversas, entre las que se encontraba el alcalde de Mula, Juan Jesús Moreno, y la concejal de Turismo, Francisca Imbernón, se dio a besar la nueva reliquia que ha quedado nuevamente expuesta en una pequeña capilla para que pueda ser visitada.

Desde que se recibiera la notificación del obispado de la autenticidad de la reliquia de la Santa Espina de Mula y se habilitara un espacio para su exposición y salvaguarda, han sido centenares las personas que diariamente acuden hasta el Real Monasterio de La Encarnación de Mula, coincidiendo además con el destacado número de peregrinos que se dirigen hasta la vecina Caravaca de la Cruz, para venerar la espina de la corona de Cristo. Las Hermanas Clarisas afirman que hasta el convento se desplazan diariamente personas llegadas desde distintos puntos de España y otros países para adorar la reliquia.