Mazarrón volverá a recordar a las víctimas de los accidentes mineros este domingo en un acto organizado por el Ayuntamiento que tendrá lugar, a partir de las doce de la mañana, junto al monumento situado en la rotonda de acceso a la Avenida de Las moreras.

El acto comenzará con la interpretación de la pieza Andante de J. Adson, a cargo de la Banda de Música de la Escuela Maestro Eugenio Calderón. A continuación, la alcaldesa, Alicia Jiménez, dirigirá unas palabras a los presentes, para dar paso al párroco de San Andrés y San Antonio, Francisco Fernández. Seguidamente, Maravillas Silva recitará un poema en homenaje a las víctimas fallecidas en los accidentes mineros registrados en Mazarrón.

Finalizadas las intervenciones, la alcaldesa, el párroco y los miembros de la corporación municipal que asistan al acto procederán a depositar una corona de laurel, junto al monumento. Este gesto irá acompañado de los acordes de la Banda de Música con la interpretación de Andante y Maestoso de L. Maurer. El acto finalizará con una tercera interpretación musical, la del tema Allegro de J. Adson.

Este evento quedó incorporado, el año pasado, al calendario de actos institucionales del municipio y se suma a otros como el homenaje a los mazarroneros víctimas en los campos de concentración de Mauthausen, cuyo recuerdo se lleva a cabo cada 6 de diciembre en el Jardín de la Paz de Mazarrón.

El pozo María Elena

La causa de que el mes de febrero sea la fecha elegida para reivindicar este homenaje hay que buscarla en la que fue la mayor tragedia acaecida en las minas de Mazarrón.

El 16 de febrero de 1893 perdieron la vida 28 mineros en un accidente registrado en el pozo María Elena de la mina Impensada. Fue el más trágico de muchos siniestros ocurridos en los cerros mineros durante el desarrollo de la actividad desarrollada principalmente desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.

El accidente del pozo María Elena ocupó páginas de periódicos de tirada nacional e incluso internacional, ya que entre los fallecidos se hallaban ingenieros y responsables mineros de nacionalidad europea, contratados por la compañía que explotaba las minas de Mazarrón.

Las numerosas pérdidas de aquella fecha consternaron a un pueblo que vivía con la amenaza constante de registrar un nuevo accidente.

Los siniestros siguieron produciéndose castigando a aquellas familias que tenían como sustento el trabajo en la mina producido, según recogen los cronistas, en situaciones de precariedad laboral.

A las muertes en accidentes se les sumó más tarde los fallecimientos por enfermedades derivadas como la silicosis, dolencia pulmonar que afectó a muchos mineros.

Más de un siglo después y 50 años tras el cese de la actividad, vecinos y familiares de quienes perdieron la vida o enfermaron por el trabajo en la mina solicitaron al Ayuntamiento realizar un homenaje que sirviera para recordar a aquellas víctimas.