Es muy difícil hallar textos en los libros antiguos sobre la villa de Blanca. Felizmente hemos encontrado uno. Alrededor del año 1746 hubo una conversación entre Cristo y el cura de Blanca. Los escritos no mencionan el nombre del cura, pero sabemos que en 1746 el cura en Blanca era Bartolomé de Hoyos. Era cura propio y comisario del Santo Oficio de la Inquisición. El antiguo relato es el siguiente:

-Relación verdadera, en que se manifiesta y declara la conversación que tuvo Cristo nuestro Señor, en forma de pobre, con el cura de la Villa de Blanca, en el Reyno de Murcia, y lo demás que verá el curioso Lector. Habiendo llegado Cristo nuestro Señor, en forma de pobre, a pedir limosna a la puerta del cura de la Ciudad de Blanca, le respondió el ama con mucho desprecio, y a instancias del Cura le dio un pedazo de pan a lo que respondió el pobre, Señora más me convenía un poco de caldo que el pan que me dais: ésta no hizo caso de su petición. Al día siguiente volvió Cristo a la casa del cura, y pidió al Párroco una limosna, éste le dio un realito. El pobre le dijo: « Señor, mucho estimará un poco de caldo me diera». Sí hermano de buena voluntad: Teresa, dale lo que pide a este pobre, no te detengas que yo me voy a la Iglesia. El ama con desprecio despidió al pobre, y éste se fue a la Iglesia. El cura luego que le vio le dijo: «Hermano hágame el favor de ayudarme a la Misa, pues no hay quien lo haga, y luego vaya a mi casa que quiero coma conmigo a la mesa». A la hora de las doce se encontró el Párroco con Cristo nuestro Señor y le hizo que con él se fuese a su casa. La ama luego que vio venir al cura con el pobre se enfadó, y mucho más cuando la mandó poner la mesa para comer con él diciéndole: «¿Qué dirán en el Pueblo de que sepan que ponéis a vuestra mesa a un pobre?» Hablando de los temporales el cura, le dijo el pobre que el año sería colmado y bueno: habiendo faltado en la mesa el vino fue la criada muy enfadada a la cueva para traerlo; y el ama, también enojada, se fue a la Sala interior, en donde se ahorcó. Siguiendo su conversación con el pobre el cura, le dijo: ¿Y eso que decís será cierto?, respondió el pobre: «Es tan cierto como que tu ama se ha ahorcado en la Sala interior y la que fue por el vino está ardiendo en vivas llamas en la cueva». Admirado el cura al oír estas razones quiso levantarse de la mesa para ver si era cierto lo que decía el pobre, mas no pudo, porque el resplandor que despidió nuestro Señor se lo impidió, y luego vio que el pobre no estaba en la sala, y advirtió que sobre la mesa estaba un Santo Cristo, a quien adoró con suma reverencia.