«Es como vivir pegado a un aeropuerto», explica José Martínez. «Apenas puedo dormir. Tengo que tomar pastillas para conciliar el sueño. Estoy siempre nerviosísimo, con antidepresivos, y no sé cuando voy a poder volver a mi vida normal», añade. Él es uno de los vecinos de la calle Los Finlandeses, en La Brancha (Molina de Segura), y su gran pesadilla es una fábrica de golosinas.

Arropado por los otros dos propietarios de viviendas en dicha calle -uno de los cuales ha abandonado su residencia habitual durante la noche para «poder dormir», asegura el abogado Pedro Sánchez Guillén-, ha interpuesto una demanda contra Golosinas Fini (propiedad de la mercantil Sánchez Cano, S.A.) por un supuesto delito de prevaricación administrativa y otro de contaminación medioambiental; acusación que ha salpicado también al propio Ayuntamiento de Molina.

Según explica el letrado, «la denuncia se sustenta sobre tres pilares: por un lado tenemos el tema de los ruidos, pero además hay un asunto de vertidos ilegales y la posible construcción sin licencia de una nave que incluso ha invadido una zona verde». Y es que, la problemática acústica no es la única cuestión salida de la fábrica de Fini que a José Martínez, presidente de la Asociación de Vecinos de La Brancha, le quita el sueño.

«Son 30 años de contaminación y corrupción total permitidos por el Ayuntamiento. La última fue la construcción de una nave de 1.733 metros cuadrados cuya báscula para la entrada de sus camiones está construida en una zona verde. Pero es que la propia nave está construida sobre una rambla», señala José. «De toda la vida, cuando llovía, el agua que bajaba por la rambla la utilizaban los vecinos para regar sus huertos. Pero desde hace 20 años han estado vertiendo aguas fecales, aceites y químicos», afirma.

«Me metí por un tubo para ver de donde llegaban los vertidos y vi que eran de ellos». Tras denunciar esta cuestión, el ingeniero químico municipal procedió a realizar una analítica, tal y como recuerda Pedro Sánchez y como reza la denuncia, detectando «la presencia de azúcares» y señalando a Golosinas Fini como culpable de los vertidos.

«Solo pido que insonoricen»

No obstante, la gran lucha de José y sus vecinos se centra en la contaminación acústica por ruidos. «Han sido múltiples y en distintas fechas las actuaciones o intervenciones policiales llevadas a cabo por los agentes de la Unidad de Medio Ambiente de la Policía Local de Molina de Segura», señala el escrito, presentado a principios de noviembre en Juzgado Número 1 de Molina. «Todas esas denuncias formuladas por mis mandantes han ido cayendo una tras otra en saco roto, haciendo el Ayuntamiento de Molina de Segura un palmario caso omiso de todas ellas. No ha dado respuestas a ninguna de ellas. Ha ignorado a mis mandantes de forma clara y evidente», apunta el abogado.

En este sentido, el Ayuntamiento de Molina de Segura informó que el pasado viernes 25 de noviembre, los concejales de Urbanismo, Industria y Medio Ambiente, José de Haro González y Purificación Carbonell Capel, junto a los técnicos municipales de dichas concejalías, mantuvieron una reunión para abordar este asunto y se solicitó «la resolución inmediata de las actas y expedientes denunciados, dándoles máxima prioridad»; no obstante, apuntan fuentes del Consistorio, «la práctica totalidad de dichos expedientes son anteriores a 2016, ante de comenzar la tarea del actual equipo de gobierno». Por su parte, Golosinas Fini ha preferido no hacer declaraciones a esta Redacción hasta tener acceso al expediente.

José, en cambio, lo tiene claro: «Tienen que insonorizar las naves. Y después que sigan ganando dinero. Yo lo único que quiero es vivir».