Los agentes de la Guardia Civil que participaron en la investigación del asesinato de Pedro M.O. a su vecino en junio de 2014 en Santomera han asegurado que el acusado tenía a la víctima amenazada y que era frecuente que acudiera a su domicilio a pedirle dinero y objetos, aunque nunca lo denunció por «temor a represalias».

Así lo han manifestado en la segunda sesión de la vista oral que se celebra en la sección segunda de la Audiencia Provincial con Jurado Popular, donde han constatado que la relación del acusado con la víctima era de «enemistad y violenta», ya que siempre que necesitaba dinero acudía a su domicilio con la intención de que se lo diera, además de que días antes surgió un altercado entre ambos por el que la víctima llamó a la Policía Local para relatarle lo ocurrido.

Un Policía Local describía ayer al acusado como «persona conflictiva» en la localidad. A preguntas de la fiscal, ha recordado que días antes recibieron una llamada de la víctima comunicando que había discutido con el procesado por algún incidente. Precisamente, sobre este incidente un agente de la Guardia Civil declaraba que la víctima no llegó a denunciar los hechos a la Policía Local por temor a represalias.

Horas después del crimen, los vecinos de la localidad, a preguntas de los investigadores, señalaron a Pedro como el acusado del crimen, ya que, según aseguraron, cuando el acusado necesitaba dinero, porque «solía ir con falta», acudía a casa de la víctima y se lo daba, ya que lo tenía «atemorizado».

De ahí que las sospechas recayeran en el primer momento sobre el acusado, quien además mostró signos de ello ante los agentes, ya que en un intervalo de media hora se cambio el calzado, quitándose unas sandalias para ponerse unos deportivos blancos; un hecho que suscitó la atención de los investigadores, quienes comprobaron que la suela de las chanclas coincidía con la huella hallada en la escena del crimen.

Es más, uno de los agentes de la policía judicial que ayer testificó en el juicio declaró que el acusado intentó quitarse las manchas de sangre que llevaba en el brazo.

Todos los agentes han coincidido en señalar que el comportamiento del acusado en ningún momento mostró signos de estar bajo los efectos del alcohol o las drogas, ya que «la pronunciación era correcta, las conversaciones normales y decía cosas lógicas».