El acusado de asesinar a un vecino en Santomera con más de 40 puñaladas reconocía ayer los hechos en la Audiencia Provincial de Murcia y aceptaba el acuerdo de conformidad ofrecido por el fiscal, por el que cumplirá 9 años de cárcel. Al inicio de la primera sesión del juicio, la fiscalía le ofrecía sustituir la acusación de asesinato que le atribuía en sus conclusiones provisionales por la de homicidio, que rebajaba su solicitud de condena de 20 a 9 años.

Ese ofrecimiento estaba condicionado a que el acusado, natural de esa localidad, se reconociera culpable, lo que aceptó al admitir que el 8 de junio de 2014 acudió al domicilio de su vecino para pedirle dinero para saldar una deuda con otra persona y, al negarse a dárselo, le asestó 43 puñaladas en diversas partes del cuerpo, según la autopsia.

Pedro M.O. en la primera sesión de la vista oral, advertía que iba «muy drogado» el día de los hechos, ya que en su sangre se hallaron restos de metadona, cocaína y diazepam, además de alcohol, aunque recordaba haber ido a casa de la víctima, pero no con la intención de matarlo, como sostiene la fiscal en su escrito de conclusiones previas, sino de verlo y estar con él.

Sin embargo, ha relatado, «me recriminó algo y se me abalanzó, discutimos y le apuñalé, lo reconozco, pero no sé de dónde salió el cuchillo, y me defendí de él».

La fiscal sostiene que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento por el que inicialmente pedía 20 años de cárcel (antes de llegar a conformidad), ya que el cuerpo de la víctima presentaba un total de 43 puñaladas, según la autopsia de los forenses. La víctima, a preguntas de la fiscal, dijo que cree que no asestó tantas puñaladas. «No creo que fueran tantas, reconozco que lo apuñalé y me fui, lo dejé en el suelo, podría morir de las puñaladas que le di», afirmó el acusado, quien discrepó de la autopsia que realizaron los forenses en este sentido.

El procesado, que confesó sentir un trastorno ansioso adaptativo y que se medica desde hace años, insistió en que no llegó al domicilio de la víctima con la intención de «pedirle nada ni matarlo, sino que me recriminó y entonces el cuchillo llegó a mis manos, y si no lo llego a apuñalar yo estaría en el cementerio». Antes de ser interrumpido por el juez, proseguía lanzando críticas contra la víctima, de la que dijo que «le gustaba mucho la bebida y tenía muy mala lengua». «Nunca he hecho un delito de sangre, he querido a mis hijos y no he hecho nada malo; a sus amigos les decía que aquello era una casa de citas», ha manifestado.

El juicio se reanudará hoy, a partir de las 10.30 horas, con las declaraciones de miembros de la Policía Local y de la Policía Judicial de la Guardia Civil.