El lejano y vetusto Paraje de la Rogativa, en Moratalla, revivió ayer uno de sus días de esplendor. Cientos de personas se concentraron en torno al santuario de la Virgen, saliendo del aislamiento de los núcleos diseminados y de la rutina y dureza de las interminables jornadas en el campo. Durante toda la mañana, los visitantes pasaron por el camarín de la Virgen de la Rogativa, después se rezó un rosario y se desarrolló una función religiosa, que estuvo presidida por Pedro Osete. Tras la eucaristía, la imagen cruzó el umbral de la pequeña Ermita y se vivió uno de los momentos más tradicionales de la jornada, la subasta de la corona, en la que los presentes pujaron por quitarle y ponerle la corona a la Virgen.

Tras la primera subasta, la imagen, acompañada de cientos de devotos, partió por el escarpado camino, cruzando el río hacía el paraje donde cuenta la tradición que se le apareció a un pastor de la zona. En lo alto de la montaña se erige un humilde baldaquino, donde la imagen mariana contempla la sierra de Revolcadores, allí se celebra la segunda subasta. Posteriormente tomó el camino de regresó hasta su camarín.

No faltaron los puestos y los barquillos de turrón, que revivieron los años en lo que tomarse un helado para quien vivía en aquellas remotas tierras era una privilegio.