Cinco años después de los terremotos de 2011, Lorca es una ciudad que empieza a mostrarse como una urbe nueva, con sus habitantes llenos de esperanza tras un proceso de reconstrucción que aún no ha concluido y para el que se han tenido que cargar de paciencia frente a la lentitud y la burocracia. «Lorca ya puede recibir el alta hospitalaria, pero tiene que terminar el tratamiento, que está en la recta final», ha dicho el alcalde, Francisco Jódar, que ha recurrido al símil clínico para explicar que la localidad ha pasado del estado crítico en que quedó después de los seísmos a presentar un nuevo y saludable aspecto.

Nueve muertos, más de 300 heridos y daños por valor de más de mil millones de euros, fue el balance de aquella tragedia.

El alcalde considera que han quedado atrás «los períodos más negros, los más difíciles, los más dolorosos» y que ahora ya es momento de mostrar la nueva Lorca.

60.000 personas tuvieron que abandonar precipitadamente sus viviendas en la tarde del 11 de mayo de 2011 y durante este lustro los lorquinos se han afanado en reparar las 24.000 viviendas que sufrieron daños y en reconstruir las 1.152 que se derribaron y que estaban habitadas en el momento de los seísmos.

Hasta ahora han sido reconstruidas 786 viviendas, a las que ya han regresado sus propietarios, y otras 773 siguen en reedificación, ya que en algunos edificios una reordenación de los volúmenes ha permitido levantar más pisos que los que existían en los bloques originales. También está casi concluido el proceso de recuperación del patrimonio histórico: han sido restaurados 34 monumentos e iglesias con una inversión de 68 millones, aunque el conjunto de las actuaciones previstas superará los 80.

En total, durante estos cinco años, la Administración General del Estado ha destinado más de 800 millones de euros a la ciudad, según cifró hace unos días durante una visita a la localidad la ministra de Fomento en funciones, Ana Pastor, que agradeció a los lorquinos su «paciencia» por un proceso que ha sido lento y que ha estado ralentizado y marcado por la burocracia.

Del total de ese dinero, más de 450 millones corresponden a indemnizaciones del Consorcio de Compensación de Seguros, un organismo que llegó a registrar 32.660 solicitudes de indemnización tras la catástrofe.

La falta de acuerdo sobre las indemnizaciones con el Consorcio está detrás del caso de dos bloques de pisos en ruinas que siguen en pie tras los seísmos, cuyos propietarios han recurrido ya a los tribunales mientras siguen viviendo en casas de alquiler. El resto del dinero del Gobierno central se ha destinado a gastos de emergencia, a pagar derribos y a la reconstrucción de infraestructuras que resultaron destruidas o gravemente dañadas, como la casa cuartel de la Guardia Civil, la comisaría de la Policía Nacional o la estación de ferrocarril Lorca Sutullena.

Monumentos como el palacio barroco de Guevara, o la iglesia de San Mateo, también fueron recuperados con fondos del Gobierno central, que se ocupa, asimismo, de financiar el 50 por ciento de las ayudas públicas aprobadas por Real Decreto con destino a los damnificados por los temblores, mientras que el otro 50 por ciento corresponde a la Comunidad Autónoma.

Las dos administraciones han resuelto hasta el momento, en la comisión mixta que gestiona esas ayudas, 16.010 de las 16.099 solicitudes de subvención, un 99,4 por ciento, y han dado luz verde a ayudas que suman 78,3 millones de euros, aunque no todo el dinero ha llegado aún a los beneficiarios. Por su parte, la administración regional solicitó un préstamo de 185 millones al Banco Europeo de Inversiones (BEI), dedicado íntegramente a la recuperación de la ciudad.

Pese a todos los esfuerzos, los terremotos de 2011 no han sido superados aún por la población, que los sigue situando como una de sus peores pesadillas colectivas, como se evidenció el pasado día 3 al producirse un seísmo de 3,7 grados que volvió a sacar a la población atemorizada a las calles, reviviendo el peor pasaje de la historia reciente de la ciudad.