Pertenece a la Real Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María, la cual se constituyó en Blanca el 18 de febrero de 1849, cuando el párroco Cayo Ortega concibió la idea de convocar previamente, desde el púlpito, a todos los que quisieran, el citado día, asistir a la sacristía con el objeto de constituir y formalizar la Real Congregación que su antecesor José Berreyto había instalado. Se juntaron casi una treintena de personas y, tras poner la bases sobre las que debía fundarse, nombraron a la siguiente Junta Directiva: Presidente:D. Cayo Ortega, Cura párroco. Secretario: D. Francisco Cipriano Garvi. Vocales:D. Pedro Pérez, Cura Teniente, D. Juan Lozano, Presbítero, D. Francisco de Paula Trigueros y D. José María Trigueros. La primera misión de esta Junta sería la constitución de los estatutos, de los que, una vez redactados, hemos de destacar su objetivo principal: obsequiar a los Sagrados Corazones de Jesús y María por el excesivo amor que tienen a los hombres.

La Real Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María procesiona en la Semana Santa blanqueña con la siguiente vestidura: capa, color granate; túnica, de terciopelo negro; cíngulo, de color negro y granate; gorro, de color negro, con motivos religiosos; guantes, negros; zapatos, negros. Posee dos tallas de gran valor artístico: Cristo yacente, de García Mengual y Cristo Amarrado a la Columna, de Sánchez Tapia. Respecto a esta última talla, la más antigua que se conserva y que se salvó de la quema en la Guerra Civil, que es el cartel anunciador de la Semana Santa de Blanca en este año de 2016, he de decir que llegó a Blanca a finales de marzo de 1898, por iniciativa de la maestra de escuela pública doña Dolores Sánchez Trigueros, quien quería tener una buena obra en su casa y que en Semana Santa desfilara en procesión.

El Diario de Murcia, el día 2 de abril del citado año, entre otras cosas, refiriéndose a la talla, publica frases que hablan de la magnificencia de la obra, de las que citaré algunas: «La mirada del Señor es tan expresiva, tiene tanta mansedumbre, tanta dulzura, que parece atrae hacia él al que la mira». «Y al ver aquella carne rasgada por los azotes y manando sangre, viva al parecer, enternece aún al que tenga corazón más duro, y le hace sentir lo que el Señor sintió». «A la espalda del Señor no le cabe más de bien hecha, hasta tanto que parece siente uno el escozor mezclado con el dolor que debe producir tan lacerado cuerpo».

«Pero entre todo lo bueno que en esta efigie se ve, nada puede compararse con la cabeza. En ella parece que D. Francisco Sánchez Tapia, ha derramado todas sus dotes de artista. Tiene una expresión que no se puede definir, pues en ella se ven destellos de algo divino?»