La pedanía lorquina de Hinojar es una de las más pequeñas del amplio término municipal. El número de habitantes está en torno a los 70 y su territorio cuenta con 17 kilómetros cuadrados de superficie. Hinojar constituye una zona eminentemente agrícola que intentaron convertir en una gran ciudad con la construcción de miles de viviendas cuando la época del ladrillo estaba en todo su apogeo. Por suerte o por desgracia, no lo consiguieron.

Hinojar no tiene grandes industrias ni restaurantes ni tampoco espacios para atracciones turísticas, pero cuenta con una familia que es el motor de la pedanía. Se trata de la familia formada por Salvador Cifuentes Madrid, su esposa María Garro Muñoz y sus hijas Loly y Fina. Dicha familia acapara todos los poderes habidos y por haber: político, social, económico y hasta el eclesiástico.

Salvador es el alcalde pedáneo que junto a su esposa María cumplen también, desde hace 35 años, las funciones de mayordomos de la pequeña ermita en cuya restauración han participado activamente. A todo ello hay que añadir que el matrimonio, junto a sus dos hijas, forman parte de la asociación de vecinos, además de ser dueños de buena parte de los terrenos que hay en la zona.

Cuentan con el apoyo y colaboración de otros vecinos para que la pedanía progrese. «Somos pocos pero buenos», dice el pedáneo con orgullo. Pero eso sí, si hay que organizar las fiestas patronales que cada año se celebran en honor a San Antonio, ahí está la familia al completo para confeccionar un programa que guste no solo a los vecinos, sino también a los de las pedanías de alrededor que cada año acuden a la cita.

Si hay que reparar la ermita, como ha ocurrido recientemente y no es la primera vez que lo hacen, ahí están para hablar con quien corresponda con el fin de que los 70 vecinos de Hinojar no se queden sin lugar para el culto.

Mejoras para el vecindario

A la hora de reivindicar mejoras para el vecindario, la familia mueve cielo y tierra hasta que el alcalde de Lorca atiende sus reivindicaciones. Uno de los últimos logros, además de la restauración de la ermita en cuyos trabajos han colaborado la Diócesis de Cartagena, el Ayuntamiento y los vecinos, ha sido la construcción de un local social donde celebran encuentros de cuadrillas, fiestas populares o los homenajes a personas como el Tío Juan Rita, cuya fiesta de centenario se llevó a cabo, precisamente en la pedanía.

El patriarca de la familia afirma que «todo se hace con mucho sacrificio y esmero sin pensar en recompensa, sino todo lo contrario, porque con estas cosas, lo único que ocurre es que, encima del trabajo, te cuesta las perras». Salvador es alcalde pedáneo desde hace 3 años y hace 15 años que junto a su familia está integrado en la asociación de vecinos junto a otros colaboradores.

Su hija Fina dice que «para que las fiestas que organizamos cada año gusten a quien viene a verlas y disfrutarlas, hay que ofrecer espectáculos que llamen la atención y difundirlas después por el resto de pedanías». Respecto al dinero que hace falta para organizarlas, Salvador dice que se consigue «pidiendo por aquí y por allá. En unos sitios nos abren la puerta y en otros nos la cierran pero nunca nos desanimamos. Acudimos a cooperativas y particulares que nos dan siempre lo mejor que pueden y tienen». A la hora de contratar artistas, evitan los intermediarios y lo hacen directamente lo que supone, asegura, un ahorro importante. El presupuesto anual de las fiestas que cada año se celebran en honor a San Antonio está en torno a los 6.000 euros.

Merma de la población

María reconoce que «Hinojar tuvo más gente en otros tiempos, como demuestra el gran número de casas deshabitadas». Llegó a contar, dice, con más de 200 personas que se han ido marchando en busca de una mejor situación.

Como alcalde pedáneo y miembro de la asociación de vecinos, Cifuentes ha planteado una serie de necesidades al alcalde de Lorca, Francisco Jódar. Cuenta que «todavía hay caminos sin arreglar desde las últimas inundaciones de 2012». Una de las cuestiones que más preocupan es el grupo de viviendas abandonadas que hay en el antiguo núcleo rural de la pedanía, «donde se producen movimientos raros y donde se ve gente a deshoras no con buenas intenciones». En este sentido, solicita al Ayuntamiento una mayor vigilancia por parte de la Policía Local. Además, afirma que dichas viviendas ocupadas ilegalmente «están a punto de derrumbarse y cualquier día puede ocurrir una desgracia».

Problemas con las lindes

Pero lo que más preocupa es que, según él «nos han quitado terreno». Afirma que «Hinojar tenía antes más extensión de terreno que ahora» y añade que «una vez fui al Ayuntamiento a solicitar un plano y me dijeron que a qué Hinojar me refería, al Hinojar primero o al Hinojar segundo lo que me dejó trastornado». Según Cifuentes «hacia la pedanía de Aguaderas, Hinojar tenía un kilómetro más de longitud y por la parte de La Condomina cortaba al río Guadalentín y todo ese terreno lo han cogido Marchena y Aguaderas», detalló.

El problema de linderos, añade el pedáneo, «lo voy a tratar seriamente con el alcalde de Lorca porque no queremos quitarle nada a nadie pero sí queremos recuperar lo que es nuestro y me pondré manos a la obra para ello».

Fiestas, reivindicaciones y servicios que se mantienen, en gran medida, gracias al buen hacer de esta particular familia para la que los demás son lo primero.