Las Salinas de la Ramona, que se encuentran en un espacio medioambiental protegido cercano al embalse de Alfonso XIII, se han explotado hasta hace 13 años, hasta que dejaron de ser rentables.

De ello han vivido muchas generaciones de calasparreños, como José Sola (el último salinero), que trabajó en ellas desde 1938 al 2002 y que, a sus 85 años, aún lo recuerda. Atrás quedan más de seis siglos de historia que, si nadie lo remedia, podrían quedar en el olvido.

Ayer, expertos de la dirección general de Cultura, junto con los de la concejalía de Cultura del Ayuntamiento, celebraron en Calasparra un jornada como primer paso para la declaración BIC de las Salinas de la Ramona.