Antonio Puerta fue el encargado de abrir la novillada en una tarde plomiza, donde la lluvia estuvo presente. Puerta que fue el ganador de la edición anterior de la Espiga de Oro, vino dispuesto a reeditar el triunfo. Con el capote realizó una serie de verónicas con garbo y gusto, sacando el novillo a los medios, donde remató con una media. Excelente tercio de banderillas a cargo de Antonio López y Salvador Lobato, que el público obligó a desmonterarse. El momento de peligro de la faena estuvo cuando el novillo intentó arrollarlo en un pase cambiado,

posteriormente sacó a relucir su poderosa muleta, enjaretando varias series de toreo en redondo de muy buena calidad. El novillo escaso de fuerzas comenzó a protestar y el tono de la faena bajó siendo muy incómodo por el pitón izquierdo. Concluyó de estocada caída que produce derrame. Finalmente la presidencia no le entregó trofeo y tuvo petición de vuelta al ruedo y la consecuente bronca al palco.

En el segundo de su lote, Puerto explotó, comenzó y terminó la faena de muleta de rodillas en el centro del anillo. Mientras tanto dejó una faena exquisita tanto en redondo como al natural, incluso dejándose un muslo por el pitón del novillo. Llevando el clamor a los tendidos, completando la faena con una serie de luquesinas por ambas manos, que la hubiera firmado el mismo Daniel Luque. Finalizó con una estocada algo ladeada y trasera, que el palco recompensó con dos orejas y vuelta al ruedo al novilla, está con división de opiniones.

El salmantino Alejandro Marcos tuvo una actuación muy discreta en su primer novillo, debido en parte a que el animal era soso y tenía media embestida, tan solo en la parte final de la faena cobró algo de nivel. Por lo demás su actuación no pasó de un tono medio-bajo, remató con una estocada de media trasera atravesada, necesitando tres descabellos para concluir la faena. En el segundo de su lote, estuvo más entonado dándole más sitio y tiempos al novillo. Mejor con la izquierda, concluyendo de estocada al tercer intento.

El primer novillo del sevillano Pablo Aguado tuvo una lidia desordenada. El novillo era de los que media y esperaba por lo que la faena fue de poder a poder sin descomponerse el novillero. Concluyó de media trasera y cinco descabellos. En el segundo su toreo ha sido de cante grande, toreando ´desmayao´ hasta quebrar la cintura, con pases de todas las marcas, con temple, ligazón y hondura. Una lástima que el excelente novillo no tuviera más fuerza, llegando a echarse a mitad de faena el sólo, concluyó de estocada trasera y caída, consiguiendo un trofeo.