Un pregón de puerta grande que con un respetable entregado y la brillante actuación de Jesús Navarro propició que la máxima autoridad 'la historia viva de Calasparra' le hiciera entrega de los máximos trofeos, un escudo con la Espiga de Oro que lo acreditaba como Pregonero de la Feria del Arroz.

No tenía un rival fácil, pues el que fuera alcalde de Calasparra desde 1999 hasta el 2014 bregó durante su pregón contra la intolerancia hacia el mundo taurino. «Por mucho que se intente despreciar el festejo, no tienen argumentos suficientes para privar a la lidia de su categoría artística», recordó Navarro, quien no cejó en el empeño manifestando que «negar el valor artístico del toreo sería como negar el valor a figuras como Picasso, Goya o Dalí».

No dobló el capote en su actuación, recordando las apuestas artísticas de escultores y arquitectos, entre los que destacó el calasparreño Emilio Pérez Piñero, que desarrolló distintos proyectos de bóvedas para cubrir plazas de toros. Tampoco «aprecian esos grupos antitaurinos la estrecha relación entre danza y toreo», afirmó Navarro, cuando hay «una composición necesaria entre toro y toreo».

El diputado por el Noroeste hizo latente que «si en todos los artes la presencia de la tauromaquia es evidente, en la literatura es irrebatible», mencionando a los poetas García Lorca y a Alberti, quien logró incluso hacer el paseíllo con la cuadrilla de Sánchez Mejías. También puso de manifiesto la necesidad de ayudas públicas y de que se haga una fiesta que sea «legal» en todos los aspectos.

«Como la tragedia griega, la opera italiana o la Semana Santa, la tauromaquia es una puesta en escena de la muerte», puntualizando que «se trata de una sublimación de la muerte por el arte, una exaltación de la vida y del espíritu que ha sabido triunfar aunque sea por unos minutos», relató Navarro.

En los últimos pases de pecho y con el corazón, expresó que «el amor al mundo taurino no tiene que ver con la política; la lidia no es de centro, ni de derechas ni de izquierdas. El toreo no es ni monárquico ni republicano. Que no nos confundan». Concluyó considerando el toreo como la octava arte, recordando a un innumerable listado de toreros a los que la historia ha catalogado como «los grandes».

También recordó su etapa en la presidencia en la plaza de toros y sus inicios como aficionado en la peña El Caliente, en la zona de sol, encima de la enfermería. Esa ubicación provocaba que «el calor del cemento en el culo nos durara hasta la pascua». En este momento agradeció el trabajo tanto a los asesores, como equipo médito, veterinario, de seguridad y empleados de la plaza de toros de Calasparra.

En su relato, Navarro señaló que «las criticas y los aplausos me han servido para crecer como persona y como aficionado, siempre hemos intentado ser honestos y justos y nunca nos hemos permitido presiones ni interferencias de nada ni de nadie».

Navarro recordó el inicio de los encierros en Calasparra cuando apenas llevaba un mes como alcalde, las primeras reuniones y como se crearon grupos de trabajo, historia, permisos y vallado y la complicidad de los propietarios de la plaza y del empresario de aquel momento. «Ya nadie se imagina una feria de septiembre sin los toros en la calle, que suponen una fuente de ingresos para el turismo y la hostelería», concluyó. Sobre la feria, manifestó que es un «privilegio ser dulzainero y tamborilero que anuncia el comienzo de una feria, que por méritos propios se ha convertido en una de las mejores España».

José Ángel Moya actuó de peón de brega moderando el acto y dando entrada al presentador del pregonero, que le dio la alternativa a Navarro. Ginés Hernández recordó la trayectoria de Jesús Navarro, al que definió como «un alcalde cercano a su pueblo, su despacho siempre estuvo abierto a todos, y además ha sido uno de los alcaldes mas taurinos de España», destacando su afición por la caza y la pesca y su pasión por la Semana Santa, en la que participa como andero de Nuestro Padre Jesús.