Aledo volvió anoche a evocar su pasado ante casi cinco mil personas con la celebración de La Noche en Vela. Se recordaron así los días en los que solo la luz de la cera y el aceite caliente iluminaban el conjunto medieval de lo que fue una villa fortificada de gran valor estratégico. Aledo es leyenda, pero, sobre todo, es historia.

Historia que comenzaba bordeando los adarves de la muralla hasta llegar por sus cuestas a la puerta vigilada por soldados. Entrada única original a esta villa medieval, transformada hoy en El Agujero, que al cruzarlo anoche seguía siendo una entrada que daba acceso a la artesanía, a la belleza y el honor del trabajo hecho con los manos de los hombres.

Testigo mudo de conflictos y luchas

  • Historia visible en su trazado antiguo, que permanece intacto, testigo mudo de conflictos y luchas. Historia de sitios y resistencias, como las que revelan los tapiales y recovecos de la muralla, que se iluminan levemente entre olor a té y dulces, y nos dan señas del último gran ataque, cuando los comuneros sublevados contra el poder real de Carlos V, apostados en La Muela, bombardeaban el pueblo por última vez intentando derribar estos muros de piedra, sin poder llegar a doblegar su lealtad.

Historia de tradiciones, como la del juego de bochas que se celebraba por la Cofradía de las Ánimas en el XVIII y en cuya cancha resonaban anoche los ritmos de cuerda y son. Historia de símbolos, como el de La Picota, torre de ajusticiamiento, símbolo del poder judicial del concejo. Historia de encierro en el calabozo, donde anoche se respiraba rebeldía ante las danzas más libres.

Aledo hizo de sus calles un recorrido de ritmos y sabores en el que, como en un palimpsesto, se reescriben las historias y los significados que configuran el paisaje, pero en el que permanece lo que es común a los hombres, sus sueños, que anoche fueron encendidos y depositados bajo un árbol.

Rincones y símbolos iluminados en la intimidad de un pueblo con historia, del que sus vecinos hacen, un pueblo con memoria. Y, si «hay una cierta luz que la oscuridad no puede extinguir» esa es la del recuerdo y el orgullo del pasado, que es donde está la historia del futuro.