Los cuatro incendios forestales activos en la Región de Murcia continuaban activos al cierre de esta edición, aunque el de Lorca ya estaba estabilizado, según confirmó la consejera de Presidencia, María Dolores Pagán, quien informó que actualmente hay un total de 173 efectivos, siete helicópteros y nueve camiones de bomberos trabajando en las zonas, donde estuvo durante todo el día de ayer el presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, así como el delegado del Gobierno, Antonio Sánchez-Solís, el portavoz socialista, Rafael González Tovar, y el de Ciudadanos, Miguel Sánchez.

Hasta el momento han ardido un total de 356 hectáreas en la Sierra de la Palera, de titularidad pública, y 50 hectáreas en la Sierra del Almorchón (Calasparra), que es de propiedad privada. El incendio no ha afectado al Cañón de Almadenes, según la Comunidad Autónoma. En Lorca han sido devastadas por el fuego 300 hectáreas de la Sierra del Almirez, de titularidad municipal.

«Aunque se prevé seguir avanzando hacia un escenario más favorable», señaló la consejera, la Comunidad mantiene el nivel de emergencia 2 del Plan de Protección Civil de Emergencias para incendios forestales de la Región de Murcia (Plan Infomur), «en tanto en cuanto aún necesitamos medios externos, como el que nos presta la Unidad Militar de Emergencias».

El fuego causado por rayos de tormentas eléctricas secas no afectó, como se temió en un principio, al cañón del río Segura en Almadenes, en Cieza, una zona de alto valor ecológico, aunque sí a varios Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) y Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de Lorca.

Las quemadas en Cieza son en su mayoría áreas con pino carrasco y bosque de ribera mixta en los ríos Segura y Benamor con orlas de zarzas, cañas, tarays, álamos, sauces, fresnos y olmos, frecuentadas por rapaces como águilas reales y culebreras y halcones peregrinos, así como por búhos reales, que no se encuentran nidificando ahora.

En Lorca, los LIC y ZEPA afectados son los de las sierras del Gigante, Pericay, Lomas de Buitre, Río Luchena y La Torrecilla, el pulmón de las zonas altas del municipio y un referente forestal de la zona, que nunca se había visto afectada por un incendio de grandes dimensiones, al igual que ocurre con los parajes ciezanos.

Allí, entre fuertes pendientes, había pinares, sabinares y retazos de carrascal habitados también por tortugas moras y galápagos leprosos.

A finales de otoño o principios de invierno todas esas áreas de Lorca, limítrofes con la provincia de Almería, serán reforestadas con fondos regionales y europeos Feder, unos trabajos que durarán entre 12 y 18 meses, aunque la recuperación no será posible al menos hasta dentro de una década.

Esas labores serán más complicadas en Cieza, donde las zonas afectadas son más pedregosas.

Por otro lado, ayer se declaró otro incendio forestal a causa de la caída de un rayo en la solana de la sierra de Los Gavilanes, de Jumilla.

Peligros de las casas en terrenos forestales

Un alto porcentaje de urbanizaciones carece de un plan de autoprotección de incendios forestales, pese a que la normativa europea y española obliga a ello, denuncia en una nota el Colegio Oficial de Ingenieros Forestales.

Cada año aumentan los incendios que afectan a urbanizaciones o poblaciones que están rodeadas de vegetación forestal o en terrenos forestales, en la la llamada interfase urbano-forestal.

Este tipo de fuegos es muy peligroso para los vecinos, a los que hay que evacuar en muchos casos, y para los profesionales de los servicios de extinción.«Un porcentaje altísimo de estas urbanizaciones en terrenos forestales carecen de planes de autoprotección, a pesar de que la normativa europea y española exige que dispongan de uno», señala la nota.

Cuando las llamas afectan a la interfase urbano-forestal, cambian las condiciones a las que se enfrentan los equipos de extinción. Entonces existe una nueva prioridad de emergencia: primero las personas, luego los bienes y, por último, el monte.

De esta manera, el operativo pasa a ser una defensa en lugar de un ataque al fuego y aumentan los riesgos: hay que tomar decisiones como evacuar o confinar, y el escenario de la extinción tiende a complicarse al intervenir muchas más variables. efe