El hábitat de la tortuga mora en la sierra de La Almenara-Carrasquilla, en Lorca, se ha recuperado casi totalmente tras el incendio que hace diez años arrasó más de 200 hectáreas de este paraje natural de gran valor ecológico y calcinó 2.400 ejemplares de este reptil protegido.

El fuego devastó cuatro reservas biológicas promovidas por la Fundación Global Nature, pero además de la muerte de los ejemplares de tortuga, el incendio, que comenzó en una autocaravana, afectó a seis especies de lagartija, una de salamanquesa, una de eslizón y cinco clases de culebras, además de acabar con decenas de ejemplares de diferentes mamíferos y varios miles de invertebrados.

En esa zona se encuentran las reservas biológicas de 'testudo graeca' más importantes del sureste peninsular, aunque en este período la densidad de tortugas ha vuelto a ser «importante», como acreditan recientes estudios de población realizados por la Universidad de Elche, según indicaron fuentes de la Asociación de Custodia del Territorio (Acude), que ha tomado el testigo a la labor conservacionista de Global Nature en La Almenara.

Durante los cuatro primeros años tras el incendio la sequía ralentizó la regeneración de la zona quemada, y los seis años siguientes, de precipitaciones más regulares, han conseguido que arraigue la cubierta vegetal que fue restaurada en su momento con la plantación de especies autóctonas similares a las que ardieron.

Las especies de lento crecimiento, como el lentisco y el espino negro, son las que presentan peor evolución, mientras que el esparto y la albaida vuelven a invadir la superficie de cenizas estériles que quedaron en ese área.

Para combatir el proceso de desertización de la zona quemada se plantaron también acebuches, retamas, pinos piñoneros y carrascos e incluso han vuelto a brotar por la base viejos olivos que resultaron abrasados.

El terreno que resultó afectado por aquel fuego -por cuya autoría por imprudencia fue detenido un ciudadano holandés- se encuentra ahora de nuevo en situación de riesgo de incendio «muy alto» debido a la sequía, que este año incluso obligó a Acude a adelantar la instalación de bebederos artificiales para abastecer de agua a la fauna de ese ecosistema ante la desecación de charcas naturales.