Corría el 10 de octubre de 1613 cuando el rey Felipe III ordenó la expulsión de todos los moriscos que quedaban en el Valle de Ricote y del municipio de Ojós. Por unas causas u otras, éstos -y al contrario de lo que sucedió en toda España- habían aguantado anteriores saqueos para ser desterrados. El caso es que fueron los últimos de toda España en abandonar unas tierras en la que habían estado asentados durante más de 800 años. Fue una decisión a todas luces injusta para estas personas que hasta se habían reconvertido al cristianismo y muy perjudicial para todo el Valle de Ricote, pues quedó despoblado y prácticamente abandonado. Algunos consiguieron retornar después.

Ayer, el alcalde de Ojós, Pablo Melgarejo, quiso rendir un homenaje a todos aquellos ciudadanos víctimas de esa intolerante decisión. Tras un laborioso trabajo de investigación llevado a cabo por Buenaventura Buendía Banegas, la comisión de estos actos, encabezada por Miguel Banegas, José Emilio Palazón y María Encarna Palazón, ha podido localizar a algunos descendientes de aquellos ancestrales habitantes del Valle, cuyos nombres figuran ya en una monolito que se exhibe en el, desde ayer, rebautizado con el nombre de 'Jardín de los Expulsos'.