"El colosal tsunami de agua dulce" que el pasado 28 de septiembre se cebó con Puerto Lumbreras y Lorca "habría arrasado las vegas del río Guadalentín y del Segura" si no hubiesen existido las presas de laminación de la cuenca y, fundamentalmente, los embalses de Puentes y Valdeinfierno. Según el centenar de expertos y técnicos de toda España especializados en gestión de recursos hídricos que se reunieron ayer en Madrid, el Sistema General de Defensa de la cuenca del Segura "consiguió fragmentar la dimensión de la avenida", que tenía unas puntas previsibles de caudal superiores a 2.000 metros cúbicos por segundo a su paso por las ciudades de Lorca, Murcia y Orihuela.

Así, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, Miguel Ángel Ródenas, defendió que "las presas salvan vidas y haciendas" y "la necesidad de construir nuevas obras hidráulicas, algunas de ellas rescatadas de antiguos proyectos, y la mejora de las existentes", a la luz de las conclusiones obtenidas con los registros de la última gran avenida, conocida como la de San Wenceslao, conforme a la tradición centenaria en la Cuenca de denominar a las riadas según el santo del día.

Según el Sistema Automático de Información Hidrológica, el 28 de septiembre la pluviometría alcanzó la cifra máxima diaria de 179 litros por metro cuadrado. Las precipitaciones desencadenaron unos caudales punta de avenida de 4.500 m3/segundo en Valdeinfierno (Lorca) y unos 2.500 m3/segundo en la rambla de Nogalte (Puerto Lumbreras).