Yecla amanecía ayer con el sonido de las arcas cerradas que marcaban el comienzo de la Alborada y daban paso a la bajada de la patrona de la ciudad, la Virgen del Castillo. A las nueve de la mañana, las escuadras de la compañía Martín Soriano iniciaban el ascenso al santuario para traerse a la Virgen a la ciudad. Entre el estruendo de las salvas disparadas por la soldadesca, la patrona se iba aproximando hasta Yecla acompañada por centenares de fieles.

Como es tradición, la imagen se detuvo ante la puerta de la Iglesia Vieja -morada de la Virgen hasta 1868- y fue recibida con una misa en la Basílica. Ya por la tarde se celebró una ofrenda floral, acto con el que terminó la jornada festiva.

Hoy, la ciudad vive su día grande. A las diez de la mañana se oficiará en la Basílica una eucaristía en honor a la Virgen del Castillo. Después, los yeclanos se echarán a ala calle para ver a la imagen salir en procesión hacia las seis de la tarde rodeada por el estruendo de los arcabuceros y el olor a pólvora.