­Aunque salió riendo a carcajadas de la sala al concluir la primera sesión del juicio contra él, se enfrenta a 45 años de cárcel acusado de abusar de sus tres sobrinos de sangre cuando éstos tenían desde cinco hasta doce años. El procesado, Clemente A.G., de 56 años y vecino de Totana, aprovechó la relación de parentesco y los momentos en los que se quedaba a solas con sus sobrinos para realizarle todo tipo de tocamientos, felaciones y penetraciones anales y bucales, según el relato de hechos de la Fiscalía. Uno de los tres hermanos que supuestamente sufrió abusos no pudo contarlo ayer en la sala de vistas porque, según el fiscal, las continuas agresiones sexuales de su tío «le provocaron sentimientos como la baja autoestima agresividad, culpa, rechazo a su cuerpo y otros tantos que terminaron con su suicidio».

Este joven fue el primero que alertó a su madre de lo que estaba pasando. Le dijo, con solo seis años, que su tío le tocaba. Su madre le contestó: «Ni que te estuviera dando por el culo», a lo que él le replicó que algo parecido. Así lo rememoraba ayer su madre en la sala de vistas de la Audiencia Provincial, admitiendo que en ese momento no le dio importancia a las palabras del pequeño. La mujer admitió que en más de una ocasión se había encontrado «manchas de sangre» en su ropa interior, y pensó que eran hemorroides, por lo que lo llevó al médico, que no lo revisó, y le mandó una pomada.

Fue cuando ya era mayor de edad, hace unos pocos años, cuando este niño se atrevió a contar a su madre su drama. Al escucharle, otro de sus hermanos le dijo que a él también le había pasado lo mismo, al igual que su hermana. El joven amenazó a su madre con que se suicidaría si a ella se le «ocurría nombrarlo o decirle algo». Un día que él no estaba en casa, la mujer llamó a su hermano por teléfono a su casa y le dijo: «Parece mentira que tu madre y la mía sean la misma, porque eres un grandísimo hijo de puta. Jamás te voy a perdonar que hayas tocado a mis hijos». Él le replicó, según explicó ayer esta testigo en el juicio, que «a qué cuento salía eso ahora, que si quería dinero», a lo que ella le replicó que no tenía «dinero suficiente» para reparar el daño.

De esta forma, pese a que el fiscal solicitaba 120.000 euros de indemnización para cada una de las víctimas, los dos hermanos rechazaron esta cantidad. Incluso el presidente del tribunal, Juan del Olmo, llegó a explicar a uno de ellos lo que era una indemnización, la forma de «reparar económicamente el daño», pero él dijo que no quería dinero.

Este joven, que sufre secuelas psíquicas, recordó en la sala con detalles cómo, según su versión, abusaba su tío de él. «Cuando estábamos comiendo en la casa de mi abuela me tiraba mollas de pan a la cara y me hacía un gesto de que lo acompañara al baño, donde me empujaba y me subía al bidé para hacer eso».

Su hermana, que declaró tras un biombo por su situación emocional, rememoró que con la excusa de que era su padrino de bautizo, él se la llevaba a su casa, donde convivía con su mujer, y aprovechaba la ausencia de ésta para abusar de ella, tocándole «los pechos y los genitales» y llegando a practicar «penetraciones anales» completas. «Yo lloraba y cuando terminábamos íbamos a por su mujer al trabajo». El temor que tenía la joven se prolongó incluso hasta que se casó y tuvo una niña. «Él vino a ver a mi bebé y yo tenía que darle el pecho a mi cría, pero me daba miedo que él se metiera conmigo a la habitación».

Entre sollozos, esta testigo explicó que «cuando oíamos llegar un coche nos metíamos corriendo a la habitación para escondernos». El juicio continuará hoy con la declaración de más testigos.