En la noche del 1 al 2 de octubre de 1936, milicias republicanas fusilaban a once caravaqueños en la explanada de la Basílica-Santuario. Pasada la guerra, el actual cementerio municipal fue macabramente inaugurado con el fusilamiento, el 21 de octubre de 1939, de 36 varones en su inmensa mayoría de Caravaca. Fueron enterrados en la parte que estaba destinada a cementerio civil.