Durante milenios, el viejo Segura ha ido surcando su propio camino. Desde su nacimiento en tierras jienenses, el bautizado por lo romanos como el río Thader ha perfilado su transcurrir entre valles y montañas para adueñarse de unas tierras que no serían nada si no fuera por sus aguas. Pero al margen del indiscutible ingrediente económico, el Segura es también fuente de aventura y ocio. Y ayer, los alrededor de 80 participantes del XXVII Descenso del Cañón de Almadenes en Balsas Rústicas pudieron comprobarlo. A bordo de sus artesanales embarcaciones, fabricadas con neumáticos de camión y forradas con redes y otros materiales resistentes, estos intrépidos aventureros se enfrentaron a los remolinos y escorrentías, a las aguas bravas y a los grandes peñascos que circundan el Cañón de los Almadenes, un espacio sin igual en todo el sureste en el que reina la naturaleza en su estado más vivo y salvaje.

Venían de una primera y reposada travesía desde Calasparra para lanzarse de nuevo al río tras un pequeño descanso en la presa de la Mulata. Pronto se toparían con los primeros rápidos y sus grandes piedras asociadas. Se trata de un gran esfuerzo, una auténtica lucha titánica entre el hombre y la naturaleza. Son los primeros kilómetros en los que la batalla con el torrente se hace interminable. Pero todo esfuerzo tiene su recompensa, porque tras la desazón y el combate llega la relajación y el sosiego en unas aguas que calman su enfurecida bajada y terminan desfilando, tranquilamente, entre paredes totalmente verticales de más de 100 metros de altura. Son los últimos 2.000 metros de un cañón que visto a bordo de una de estas singulares barcas transportan al viajero a un auténtico paraíso terrenal.

Pero el descenso que la OJE de Cieza organiza desde hace ya casi 30 años no sería posible si no fuera por el fuerte dispositivo de seguridad que se monta a su alrededor. De especial importancia resulta la red de radioaficionados que velan por la seguridad de los participantes y que se convierten en los auténticos ´ojos del cañón´. Con sus radio-trasmisores, estas personas pueden llegar allá donde no es posible una comunicación vía teléfono móvil. Ayer, alrededor de 20 radioaficionados pertenecientes a Remer y al Radio Club Charlie Mike permanecieron postrados en esta garganta natural para dar cuenta a la ´base de Almadenes´ de todo lo que iba sucediendo.

También resultó esencial la labor de los grupos de rescate como el de la Federación Murciana de Espeloeología, el Grupo de Montaña y el de Actividades Subacuáticas –GEAS– de la Guardia Civil y el Grupo de Senderismo y Montaña El Portazgo de Cieza. En total, el dispositivo de seguridad lo formaron unas 100 personas.

Debido a la turbulencia de las aguas, dos tripulantes de Los Guiscanos encallaron en un margen del río y tuvieron que ser rescatados por el Geas.

La cita con Almadenes y el Segura termina hoy, cuando tiene lugar la última etapa. Después de una noche de convivencia en el Camping los Losares de Avensur, los participantes se van a montar de nuevo desde las diez en sus balsas rústicas y llegarán al puente de Hierro de Cieza sobre la una del mediodía, donde concluirá esta vigésimo séptima edición de este clásico de los veranos en la Región.