­«La Cueva Negra es un yacimiento de referencia obligada en el Pleistoceno Antiguo de Europa». Así lo afirmó ayer el profesor de Antropología Física de la Universidad de Murcia Michael J. Walker durante el balance de la trigésimo tercera campaña de excavación de la zona.

Arqueólogos e investigadores de reconocido prestigio mundial han transformando el yacimiento «en un referente internacional para el estudio de la evolución humana», explicó el profesor.

Los trabajos realizados este verano se han centrado en ampliar el área de excavación donde aparecen los restos de fuego, acotando el área y ampliando la colección de restos fósiles.

El pasado año, el equipo desplazado a La Encarnación descubrió restos afectados por fuego, excavados en sedimentos profundos con una antigüedad de 780.000-990.000. Asimismo, en este abrigo del sureste español se encontró un hacha de mano bifacial, un conjunto menor de utensilios paleolíticos retocados, dientes humanos y restos de fauna del Pleistoceno Antiguo reciente. «La elevada temperatura del fuego implica la incidencia del hombre, sin duda alguna. Los restos afectados, tanto óseos como de sílex, estaban demasiado dentro de la cueva para poder haber sido afectados por un incendio forestal aleatorio», destacó Walker.

Es importante resaltar la excepcional antigüedad de esta evidencia del fuego en una cueva del Paleolítico europeo. Todo el relleno sedimentario de la cueva pertenece al período reciente del Pleistoceno antiguo (de 990.000 a 780.000 año de antiguedad). Los estudios realizados por varios expertos internacionales demuestran que los cinco metros de acumulación de sedimentos tienen una antigüedad superior a 780.000 años.

Cuidado por el hombre, el fuego proporciona calor y es muy necesario durante la noche (La Cueva Negra está a 740 metros sobre el nivel del mar y expuesta a fuertes heladas invernales), además de ser útil para espantar animales.

Según el antropólogo Richard Wrangham, catedrático en la Universidad de Harvard, el fuego ha sido fundamental en la evolución del hombre, ya que la ingesta de alimentos calientes acelera la absorción de nutrientes y aumenta la energía disponible para el metabolismo. Según sus conclusiones, esto contribuyó a facilitar la dispersión de las tribus fuera de África en el Pleistoceno Antiguo, así como la evolución cerebral y el ingenio humano.

Roedores del Jaramillo

Los restos de especies de mamíferos fósiles hallados, especialmente los roedores, datan de un período denominado Jaramillo (1.090.000 – 990.000 años). El estudio que está realizando Antonio López Jiménez indica una gama de especies fósiles parecida a la que caracteriza la Gran Dolina de Atapuerca.