­­Tras más de 40 años como funcionario en el ayuntamiento de Cehegín, José María Alcázar puede presumir de que su puerta siempre ha estado abierta a los vecinos. En reconocimiento a su trayectoria, la Fundación Alfonso Ortega organiza el sábado un homenaje a «uno de los cehegineros destacados» con un concierto que corre a cargo de la Escuela de Música Municipal. Alcázar también recibirá una Dama de Begastri.

Conoce de arriba a abajo Cehegín, ha investigado a fondo todos los rincones y las costumbres de la localidad y ha trabajado más de 40 años en su ayuntamiento. Éste es un homenaje merecido, ¿no?

Sí, y además reconocen que durante este tiempo no he tenido ningún contencioso como jefe de los servicios urbanísticos y no me han puesto ni una reclamación. Éste es uno de los muchos homenajes que me han hecho, pero no por ello deja de agradarme, y a mis hijos mucho menos.

Atesora numerosas anécdotas a los largo de su vida laboral como funcionario. ¿Es cierto que, en una ocasión, logró demoler una casa con solo dos disparos?

Fue una época en la que se hundían muchas casas en el casco antiguo de Cehegín. Yo no dejé pasar a los obreros por el peligro que entrañaba una de esas viviendas y, para demostrárselo, cogí una escopeta, disparé dos veces y la casa se derrumbó.

Usted siempre ha defendido el trato amable y cercano del empleado público, pero ¿le cambió ser nombrado miembro de la Real Academia Alfonso X El Sabio?

La gente me paraba para felicitarme y yo les atendía gustosamente. Un amigo me preguntó si no me molestaba que no me trataran de ilustrísimo y yo le dije que todo lo contrario, porque el título corta la relación con la gente. Yo creo que el trato humano es muy importante. De hecho, como funcionario siempre tuve las puertas abiertas a los vecinos. Lo que yo dijese podía oírlo todo el mundo.