El Defensor del Pueblo, José Pablo Ruiz Abellán, denunció ayer que entidades financieras se están quedando con el dinero que el Consorcio de Seguros paga a aquellos lorquinos que han perdido su vivienda o ésta ha quedado muy deteriorada tras los seísmos, para amortizar la deuda del préstamo hipotecario.

Se trata, criticó Ruiz Abellán, de un doble problema, por un lado, especificó que el propietario o ex propietario de esa vivienda «no sabe cómo comenzar a construir una nueva vivienda», ya que se ha quedado sin techo y prácticamente sin dinero.

Por otro lado, argumentó Ruiz Abellán, «de esta forma tampoco hay dinero para reactivar la actividad económica que supone la construcción de nuevas viviendas». A juicio del Defensor del Pueblo, las entidades financieras deben considerar como garantía hipotecaria el dinero que llega del Consorcio, en lugar de la vivienda. Según Ruiz Abellán, deberían mantener el dinero del Consorcio en plan finalista, que sirva de garantía de la deuda que tenía el propietario de la vivienda con el banco, e ir dándoselo conforme se vaya construyendo la nueva», añadió.

Asimismo, apostilló, «solucionamos el problema en los dos sentidos, desde el punto de vista de reactivación económica que Lorca tanto necesita y de darle una nueva vivienda al ciudadano».

Edificios Públicos sin atender

Aunque éstas no son las únicas quejas que la institución está empezando a recibir. Otras, resaltó Ruiz Abellán, son las derivadas por la situación de los edificios públicos, «que no han sido atendidos y por lo tanto la actividad que se desarrolla en ellos está siendo precaria».

El Defensor del Pueblo anunció que han recibido, en este sentido, la queja de 47 profesores de un instituto que piden a la Administración regional que atienda cuanto antes la problemática que existe en el centro, ya que, especifican, «puede ocasionar problemas tanto en el punto de vista docente, con partes del edificio inaccesibles, como por la posible peligrosidad».

A pesar de ello, Ruiz Abellán asegura que las quejas que recibe de los lorquinos son escasas en relación a la dimensión de la población, lo que, a su juicio, es normal porque desde que se produjo el terremoto, el pueblo de Lorca «ha estado más preocupado de unos problemas que dependen de la coordinación de las administraciones y que su resolución necesita un tiempo razonable».