Hubo un tiempo en el que las tormentas, los rayos y los truenos eran interpretados como la acción violenta de los dioses. Tal era así, que el miedo se adueñaba de los seres humanos cada vez que el cielo se iluminaba con su ira desatada. En pleno siglo XXI, las tormentas siguen siendo temidas por muchos, pero también adoradas, admiradas y esperadas por otros.

Eso le ocurre a un grupo de ciezanos que, cámara en ristre, no resisten la tentación de salir a la ´caza´ de las nubes cuando el tiempo se inestabiliza. Y no tienen que irse muy lejos para observar el espectáculo que la naturaleza ofrece cuando las nubes de evolución comienzan a crecer. Internet les sirve para un primer contacto a través del foro de la página Meteored o Ametse (Asociación Meteorológica del Sureste Meteosureste). Después se citan en algún lugar de la ciudad para desplazarse a unos 20 kilómetros dirección norte, entre las provincias de Murcia y Albacete, donde existe lo que estos aficionados denominan el corredor de las tormentas de la sierra del Puerto y Cancarix.

Apostados en diferentes refugios con buena visibilidad (la seguridad a veces es escasa), ven pasar los núcleos tormentosos mientras los inmortalizan con la cámara de fotos.

Pedro Luis Almela Valchs, el forero ´Stormy´ (tormentoso, en inglés), lleva años observando el tiempo y marchándose a cazar las tormentas que, sobre todo en estos meses de septiembre y octubre, suelen desencadenarse en el interior de la Región de Murcia. Entre todas las que ha vivido, recuerda una por encima de las demás: la bautizada en el municipio como la ´nube de la Virgen del Carmen´ del 16 de julio de 1980. Aquel día, el cielo se puso verde y la noche cayó cuando apenas eran las cinco y media de la tarde. Poco después, piedras del tamaño de un huevo de gallina rompieron coches, persianas y hasta los tejados de muchas casas.

Realmente, Almela, profesor de inglés que fue hasta el pasado mes del instituto Diego Tortosa de Cieza, no sabe explicar muy bien de dónde le puede venir esta afición, aunque sí confiesa que existe un halo romántico y misterioso que le empuja a no poder quedarse en su casa cada vez que el tiempo se estropea y los cielos pintan bastos. Lo mismo les ocurre a los otros miembros de este grupo: Antonio Jesús, Guillermo, Francisco o Guille, a los que la red ha unido para tan singular causa.

La radio e Internet, los aliados

Pero aparte del descenso de la presión atmosférica que suele producirse en las horas anteriores a una tormenta, hay otros indicadores que también pronostican un temporal en ciernes. Uno de ellos es la radio en sus bandas más bajas.

Guillermo Martínez, aficionado a la radio, explica que cuando los técnicamente denominados cumulonimbos comienzan a crecer, un simple transistor de bolsillo con la banda de la onda media puede captar los rayos eléctricos en forma de ruidos, que serán más intensos conforme se vaya acercando la masa tormentosa. Dependiendo de la intensidad y continuidad de esos ruidos de la estática y unido a la experiencia, podría deducirse incluso si la nube va a ser más o menos fuerte.

En los últimos tiempos, a las viejas tecnologías se han unido las nuevas. En el grupo de cazatormentas ciezanos no falta ya tampoco Internet en los móviles de algunos de sus miembros para observar el radar de la Agencia Estatal de Meteorología. Así saben, prácticamente en tiempo real y dependiendo de las tonalidades de la imagen, si la tormenta es sólo de agua, de granizo o de ambas cosas.

Cada vez que el cielo se oscurece, este grupo de amigos sabe que toca vivir una nueva aventura.