Las banderas del consistorio caravaqueño ondearon ayer a media asta en señal de duelo por la repentina pérdida del que fue primer edil de la ciudad desde 1987 hasta 1999, Antonio García Martínez-Reina, que fallecía la tarde del pasado martes a los 56 años de edad en el hospital Virgen de la Arrixaca tras sufrir una pancreatitis aguda que no pudo superar.

La noticia conmocionó a la sociedad caravaqueña y en especial al Partido Socialista, que veían como perdían para siempre a un amigo.

Antonio García recogió el testigo de la política de manos de su padre, Ginés García. Se presentó en dos ocasiones por el PSOE, pero las elecciones las ganó primero por la UCD. La gente de Caravaca vio en aquel joven maestro de escuela, de apenas 31 años de edad, un nuevo impulso para seguir creciendo en la democracia y continuar caminando hacia la luz tras más de 40 años de oscuridad. Fue alcalde durante tres legislaturas, las dos primeras con mayoría absoluta y la tercera gobernó en minoría con acuerdos puntuales de IU y el Partido Popular. Participó en la construcción de la Caravaca de nuestros días y fue propulsor de la reapertura del Teatro Emilio Thuillier y del arreglo de la Plaza de Toros. Consiguió que el Paraje de las Fuentes del Marqués fuera patrimonio de la ciudad de Caravaca, que quedó publicado para la historia en un bando de la alcaldía fechado el 24 de Mayo de 1989.

Hoy esto es una realidad. Las Fuentes del Marques son ya del pueblo de Caravaca. Remodeló todo el barrio de San Francisco, asfaltó y llevó la luz al Barrio Nuevo, creó lugares emblemáticos para los caravaqueños, como el Monumento al Moro y al Cristiano o el primer Monumento a los Caballos del Vino. Vio finalizadas las obras del hospital comarcal que iniciara y consiguiera su antecesor Pedro García Esteller. Debido a su empeño, se iniciaron los trabajos en la Cueva Negra.

Antonio fue el propulsor del primer gran pulmón de la ciudad, el conocido parque del Cejo, llamado Luís Gabriel Martínez Elbal.

Junto al resto de alcaldes de la comarca del Noroeste trabajó por el plan de dinamización de la comarca, que culminó con la construcción de la autovía Alcantarilla-Caravaca.

Fue uno de los pioneros apostando por el valor del turismo en la comarca. García abandonó el chaqué en la mañana de dos de mayo por el traje blanco de caballista.

Cuando salió elegido como alcalde, en la antigua emisora local Radio Deitania, tenía un programa los viernes donde respondía preguntas a los ciudadanos.

Tras tres largas legislaturas, Antonio abandonó la política y volvió a ocupar su plaza como maestro de primaria en el Centro de Educación de Adultos.

Una de sus últimas actuaciones institucionales fue, bajo la petición de un grupo de caravaqueños, el nombramiento de hijo adoptivo de la ciudad de Domingo Aranda, que meses después ganaría las primeras elecciones para el Partido Popular.

Sobre su cuerpo sin vida, habían dos fotografías: una de él junto a sus hijas y otra vestido de caballista en la mañana del dos de mayo portando la bandeja de flores. En el recordatorio de su fallecimiento se podía ver dibujada la paloma de la paz de Rafael Alberti y en el reverso una rosa roja.

Anoche se daban cita en el tanatorio gente de todas las ideologías políticas, pero sobre todo muchas caras socialistas. Uno de los primeros en llegar fue el delegado del Gobierno en la Región, Rafael González Tovar, amigo personal de Antonio, quien expresó el profundo dolor que sentía, no solo por la pérdida de un compañero, sino por la marcha de un amigo.

Domingo Aranda manifestaba cuando conoció la triste noticia que sintió «una gran pena, tanto en el terreno profesional como en el personal, ya que nos considerábamos grandes amigos». «Pienso que ha sido una persona que ha realizado una labor importantísima en los últimos años de la historia de Caravaca. Su memoria será siempre recordada», afirmó Aranda.

A las cinco de la tarde el tanatorio de Caravaca se quedó pequeño para acoger a los cientos de caravaqueños que se dieron cita para despedir al que fuera regidor de los destinos del municipio, entre ellos la corporación municipal casi al completo y varios exalcaldes de la comarca como Antonio García Navarro, Juan Llorente y José María López, entre otros muchos que despedieron al que todos han calificado como «un socialista de pro».