Durante la visita al museo de arte sacro de la basílica-santuario de Caravaca, llegados a la parte superior, sobre el altar mayor, la guía hace una parada e informa al grupo de visitantes de que «sobre sus cabezas se encuentra la Ventana de la Aparición, una figura que según cuenta la tradición fue por donde el Lignum Crucis apareció ante el sacerdote Chirinos en presencia del rey almohade Ceyt Abuceyt. Alrededor, ustedes pueden observar una inscripción cuyo significado aún no se ha conseguido descifrar». Es entonces cuando la guía les deja un minuto para que intenten averiguar qué quiso escribir el autor, un secreto que el licenciado en Historia medieval por la universidad de Málaga y experto en simbología Pablo Alonso Bermejo dice haber descubierto, tras más de dieciocho largos años de investigación.

Bermejo tiene preparado el borrador de su tercer trabajo sobre este óculo de 75 centímetros de diámetro, con una gran esvástica central y 42 signos que lo circundan, nunca traducidos hasta hoy. En el año 2005, el historiador publicaba su segundo trabajo sobre la Ventana de la Aparición, en el cual exponía la procedencia de cada una de las letras y signos: griego, latín y, sobre todo, diversos tipos de siríaco y varios signos de La Cifra General, un código con fines militares y diplomáticos creado para el Rey Felipe II y que comenzó a utilizarse en 1556. Lo que significa que la ventana debe ser aproximadamente unos 300 años posterior al Milagro de la aparición -más exactamente entre 1563 y 1610-.

Sin embargo, y pese a estos conocimientos, aún faltaba por saber la clave que pudiera poner las letras en orden, «esa clave la encontré en el juego de Josefo», explica Bermejo.

Para encontrar la solución al problema, primero numeramos los signos de izquierda a derecha en la dirección de las agujas del reloj, a partir del signo que se asemeja a un asterisco. «En verdad se llama Pentafolio, es decir un signo de cinco hojas», comenta el autor a LA OPINIÓN.

A continuación aplicamos la clave: el juego de Josefo, un nombre que aparece por primera vez en 1539, y que supone «otra pista que nos lleva a creer que la pieza arquitectónica es del siglo XVI», en la obra Práctica Arithmeticae Generalis, aunque hoy en día es uno de los juegos matemáticos más conocidos, debido a diversas publicaciones sobre computación, como Concrete Mathematics: A Foundation for Computer Science (1989).

La historia del aristócrata judío Yossef narra que estando las tropas romanas asediando a la población judía de Jotapata en el año 67 d.C., ocultos en una cueva, Yossef junto a cuarenta compañeros aguardan tras la derrota el terrible destino. Varios de los presentes deciden que el deber de todos los allí reunidos es suicidarse, pero Yossef los convence de lo inapropiado del suicidio, proponiendo en su lugar el siguiente ‘juego’. Debían colocarse en círculo uno tras otro y , en base a ‘la suerte’, se designaría el orden en que cada uno habría de morir degollado por el compañero que tenía detrás.

La obra clásica La Guerra de los Judíos describe lo siguiente: «La persona señalada por la suerte ofrecía su cuello al que era elegido detrás de él, con la convicción de que también iba a morir el general, sin embargo Yossef quedó el último con otro. Lo que hizo fue calcular donde debía situarse desde la primera ronda para que, al girar la rueda de víctimas y homicidas, él quedará en último lugar», matiza Bermejo.

«El lugar de salvación era el 31 de los 41 posibles. Los dos últimos supervivientes acordaron entregarse a los romanos. Cuando Yossef fue llevado ante el general romano Vespisiano, le vaticinó un glorioso futuro y terminó sus días como próspero ciudadano de Roma, de nombre Josefo, Flavio Josefo, autor de La Guerra de los Judíos.

Conclusión

Aplicando este juego a los signos de la Ventana, nos da la clave y el orden exacto de lectura de los signos, quedando su traducción final: «Quien fue quien es; y quien ha de venir; S. Miguel, el juicio; y adorarán; los cuatro vivientes a Jesús; la madre y el Espíritu Santo, en unión con Dios».

Según las conclusiones de Bermejo, se trata de varios fragmentos escogidos del Apocalipsis de San Juan, junto a una clara referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad, que representa el sustrato fundamental del diseño de la Ventana de Caravaca.

Para este historiador que combina su gran pasión con su trabajo como funcionario del ministerio de Justicia, el símbolo de piedra es un escudo protector de la Iglesia, bajo el amparo de la Santísima Trinidad, que el autor creó utilizando una especie de ‘acertijo’, aunque para este caso no existe la piedra Rosetta que pueda dar un significado claro.

Bermejo manifiesta que «es claramente comprobable mi idea», concretando que «estamos buscando financiación para poder publicarla y que todo el mundo, sobre todo los habitantes de Caravaca, conozcan la verdad de la Ventana de la Aparición».

El historiador ya expuso su primer trabajo en la ciudad Santa del Noroeste murciano, «aunque creo que no entendieron bien mi exposición». Y es que la sociedad histórica caravaqueña no recibió con buen agrado la primera demostración del andaluz.