En apenas cuatro años, unas fiestas que comenzaron tímidamente se han convertido por derecho propio en una de las citas imprescindibles con la historia de Archena. Los festejos de Moros y Cristianos avanzan con paso firme gracias al empeño de centenares de personas que hacen posible que la localidad del Valle de Ricote reviva un fin de semana al año la rendición de la villa, ocupada por los moriscos, a la Orden de San Juan. El acto central, el gran desfile-parada, todo un despliegue de lujo, mostró el sábado a los archeneros que pueden estar orgullosos de sus antepasados.

A los Almohades (fundadores de la fiesta en 1994), la aljama de Mudéjares y la kábila Tuaregs se han unido este año dos agrupaciones moras más: las kábilas Jaira y Al-Hammamat. Además, el bando cristiano, formado inicialmente por la Orden de San Juan de Jerusalém, también ha

engrosado sus filas con la incorporación de los Caballeros y Damas de Don Roy de Mendoza.

La fiesta crece en espectacularidad gracias al Gran Embajador Moro de este año, Miguel Lloret (director general del Balneario de Archena), que lució sus mejores galas durante el desfile, al igual que el Embajador Cristiano, cargo que ha recaído por segundo año consecutivo en el florista Esteban Ríos. Junto a su amazona, Ríos mostró su destreza a caballo durante el desfile, al que también estaba invitada la Madrina del año, la periodista Nieves Barnuevo.

El fin de semana culminó ayer domingo con el acto del Parlamento o Embajada de la Fundación de Archena, en la que los moros se rinden ante los cristianos. Como cada año, y que sean muchos más, la historia vuelve a reescribirse.