Los técnicos encargados de la inspección de edificios acabaron ayer con los trabajos en el 80% de los edificios dañados de Lorca y dieron la autorización para que volvieran a ocuparse 660 viviendas. Todas ellos tienen la marca verde en sus puertas y no hay peligro. El resto, hasta llegar a los 1.717 edificios afectados, tendrá que esperar a que comiencen los arreglos de las viviendas. Aquellas que fueron marcadas con el color amarillo no tienen daños estructurales y serán habitables después de que los técnicos apuntalen y hagan ciertos arreglos; mientras que las marcadas con el color rojo tienen daños estructurales y necesitarán obras más complejas, aunque no necesariamente tendrán que ser derribadas. Según informó Obras Públicas, el porcentaje de viviendas en rojo ronda el 12%, por lo que son en torno a 200. Por ahora, el rojo solo significa que no se puede entrar hasta que se hagan obras; algo en lo que insistieron ayer mucho los técnicos ante las especulaciones de muchos de los lorquinos.

Miles de personas vivieron ayer pendientes de los técnicos y del spray. Decenas de vecinos se agolpaban en las calles esperando a que los técnicos hicieran su trabajo, ansiosos por saber el color. «¿Pero es verde o amarillo?» preguntaban inquietos los vecinos de una calle del barrio de La Viña, uno de los más afectados por el temblor, y a los que la distancia y la tonalidad del spray utilizado no dejaban ver claro el veredicto para su vivienda.

«En mi casa han puesto la marca verde, pero yo no me fío, me voy a la playa. Si dicen que se puede vivir, será que se puede, pero me da miedo. Hay grietas en las paredes por las que se puede pasar la mano», Explicaba Mari Carmen Padilla. No ha tenido tanta suerte su vecina Mari Caparrós: «Mi casa está para derribar, yo llevo tres días con la misma ropa», contaba en la cola para reclamar los seguros. Y así, entre bomberos apuntalando estructuras y técnicos revisando casas, transcurrió gran parte de la jornada para las familias, que, tras dos días, comenzaban a volver a la realidad y a empezar a pensar en todo lo que queda por hacer. Las tiendas volvían tímidas a abrir sus persianas y la ciudad, poco a poco, trata de volver a una relativa normalidad.

Pero para otros miles el problema sigue siendo que no tienen un hogar al que volver. En la ciudad se mantienen los tres campamentos de la Unidad Militar de Emergencias, reforzados por la Cruz Roja, en los que siguen viviendo entre 3.000 personas y 3.500, inmigrantes en su gran mayoría.

Apuntes.

Desde hacía ya algún tiempo, investigadores estaban advirtieron que había riesgo de terremoto en la Región.

Y la tierra temblará...

Un terremoto destructivo azotará Murcia ´en un futuro no muy lejano´