La más cruenta ofensiva criminal en el estado más rico y poblado de Brasil, que comenzó la noche del viernes y continuó en la madrugada del domingo con ataques a puestos y patrullas de la policía en diferentes partes de Sao Paulo, contabiliza un centenar de ataques, según las autoridades.

En un comunicado divulgado hoy, la Secretaría de Seguridad Pública de Sao Paulo informó de que en entre los 52 muertos hay 35 agentes del orden, entre policías militares, civiles, miembros de la guardia civil metropolitana y guardianes carcelarios, así como tres civiles y 14 sospechosos de ser miembros de las bandas que han perpetrado los ataques.

Entre los heridos hay 24 miembros de la Policía Militar, cinco de la Policía Civil, cinco de la Guardia Metropolitana, dos carceleros, ocho civiles y seis sospechosos de participar en los atentados, agregó la Secretaría de Seguridad.

De forma simultánea se han producido 36 rebeliones en prisiones paulistas, donde se concentra el 40 por ciento de los 140.000 reclusos que componen la población carcelaria del país, informó la Secretaría de Administración Penitenciaria.

Varias motines fueron sofocados el sábado por las autoridades mediante la ocupación de los presidios y la liberación de los presos que eran mantenidos como rehenes por los delincuentes.

Las autoridades no han informado de heridos o muertos en esos levantamientos y, según versiones de medios de comunicación, cerca de un centenar de personas permanecen como rehenes.

En varios barrios de Sao Paulo decenas de policías civiles y militares establecieron retenes en puntos estratégicos y redoblaron la protección a instalaciones oficiales.

La Secretaría de Seguridad Pública aseguró que los ataques de la mafia constituyen una represalia contra la decisión de las autoridades de aislar a capos del crimen organizado, entre ellos a Marcos Willians Herba Camacho, líder del llamado "Primeiro Comando da Capital" (PCC).

El PCC, que ha sido acusado de promover las principales insurrecciones en las penitenciarias paulistas, coordinó el 18 de febrero de 2001 rebeliones simultáneas en 29 cárceles de Sao Paulo, que dejaron cerca de treinta muertos, en su mayoría miembros de bandas rivales.

El jueves pasado las autoridades emprendieron la transferencia de 765 reclusos de presidios del interior del estado a dos cárceles de máxima seguridad, una en Presidente Venceslau, a 620 kilómetros al oeste de Sao Paulo, y la otra en el zona norte de la capital.

Entre los trasladados, además de Herba Camacho, había otros 15 líderes del PCC, que desde la cárcel controlan bandas dedicadas al robo de mercancías, asaltos, extorsiones y secuestros, entre otros delitos.

El sábado, el gobernador estatal, Cláudio Lembo, dijo que las autoridades sabían que los traslados traerían "consecuencias".

"Pensamos en todas las posibilidades y también en los riesgos que podríamos correr. Pero era preciso combatir lo que estaba ocurriendo", sostuvo.

El comandante de la Policía Militar, coronel Elizeu Eclair Teixeira Borges, aseguró que sus hombres estaban en estado de alerta y que gracias a esta actitud "el número de muertes fue mucho menor".

Estas declaraciones oficiales provocaron hoy indignación entre representantes de entidades sociales y eclesiásticas, así como especialistas en políticas contra la violencia, que han reclamado penas más duras y adecuados instrumentos para capacitar, entrenar y reforzar a las fuerzas de seguridad.