Este espectáculo, que se estrenará el mes que viene en el Teatro Maravillas, estará protagonizado por María Pujalte y Jorge Bosch, quienes darán vida a Eva y Oscar, respectivamente, un matrimonio aparentemente normal, pero que se necesita y se odia con la misma intensidad.

Se trata de un texto de Yolanda García Serrano, una tragicomedia que permite a Tazmin Townsend enfrentarse, una vez más, al reto de hacer teatro con contenido social y crítico, pero haciendo que el público se lo pase bien, entre en la trama a través de la risa y, sin darse cuenta, acabe debatiendo en casa.

"Estoy satisfecha de esta trayectoria. Ahora no podría hacer un divertimento; si quieres diversión, pon la tele", explica en una entrevista con Efe la directora de teatro británica, afincada en Barcelona desde hace más de quince años y que despliega con claridad sus exposiciones.

Ya trató las relaciones de pareja en el montaje "Pequeños crímenes conyugales", con Amparo Larrañaga y Jorge Sanz. En aquella ocasión, los personajes eran "más maquiavélicos e intelectuales", aclara.

Ahora, trabaja con un texto que retrata "a una pareja que pierde el norte" y abre la puerta al debate sobre el conflicto de una mujer incapaz de alejarse de una relación al límite. No es una obra sobre malos tratos ni de denuncia social, pero Townsend advierte de que habla de cosas "terribles, pero a la vez tiene tanta comedia...".

Al público de este espectáculo, "le diría lo mismo que al que va a ver ´Gorda´: se van a reír y van a ver a unos actores espléndidos, pero hay mucho que hablar de esta obra".

Y es que, "el teatro mezcla lo social y lo divertido, es una catarsis; es energía", comenta esta directora, consciente de que goza del favor del público: "en un mundo tan tecnológico, que el teatro esté lleno me hace feliz".

Opina que el éxito de un montaje -su "Método Gronholm" comienza la tercera temporada y "Gorda" la segunda- es cuestión de "química" entre unos buenos elementos: texto, reparto, producción, además de que el director tenga un momento de "lucidez".

"Cuando leo una obra, escribo en un papel lo que pienso, y en función de esos pensamientos decido si la hago", explica esta profesional de las tablas, cuyo trabajo arranca mucho antes que el del resto del equipo y cuya tarea termina el día del estreno.

"Cuando el teatro se llena tengo la sensación de una madre cuyo hijo se hace mayor", relata.

Pero para dirigir, "tienes que tener un compromiso cien por cien.

Es un trabajo muy absorbente".

En cualquier caso, para ella, esta entrega ha merecido la pena.

"Me da muchísimas satisfacciones. Dirigir es un gustazo... ­es conseguir que una idea cobre vida!", describe con entusiasmo, pero consciente y preocupada porque son pocas las mujeres que se lanzan a esta responsabilidad.

A su juicio, "las mujeres tenemos muchos problemas para compaginar las cosas y una terrible sensación de culpabilidad que no se puede explicar", argumenta Townsend, que con 39 años es madre de dos hijas y que confiesa su fórmula: "hago un sprint de seis meses, en los que desaparezco de mi familia. Los otros seis meses, me convierto en la madre perfecta".

En cualquier caso, comenta esperanzada: "espero que en España pase como en el Reino Unido, donde ahora hay muchas mujeres directoras de teatro".