La tercera entrega del icónico modelo de Suzuki nos ha llegado hace pocos meses con mejoras evidentes para luchar de tú a tú con la bien preparada competencia. Ha crecido sobre todo en anchura para permitir un interior más aprovechable (mejor para cuatro personas que para cinco), siendo casi igual de espacioso que el de otros modelos de segmentos superiores y su maletero cuenta con 265 litros de capacidad. Respecto al puesto de mando, personas de cualquier talla se podrán acomodar gracias a las múltiples regulaciones que tienen el asiento y el volante; la instrumentación es muy clara y en el equipamiento superior se completa con una pantalla a color de 4,2 pulgadas. Además el volante dispone de mandos para el sistema multimedia y de información (y el control de velocidad en el acabado de referencia), de serie en toda la familia Swift. Dependiendo del acabado, podemos encontrar una pantalla táctil de siete pulgadas en la zona central del salpicadero, que se maneja con sencillez y resulta completa y vistosa por sus gráficos.

La única carrocería disponible para el Swift es de cinco puertas y se configura con dos motores muy eficientes de gasolina: un 1,2 l. de 90 CV y un 1,0 l. Turbo de 111 CV. El cliente puede configurar el modelo con caja manual de cinco relaciones o bien con una automática CVT (variador continuo); también está disponible la tracción total, algo pocas veces visto en su segmento, para la variante de 90 CV y además se puede optar, en ambos motores, por la combinación de un pequeño propulsor eléctrico de ayuda en aceleración y arrancadas para crear un conjunto híbrido (versiones SHVS). Nosotros precisamente hemos podido probar un Swift con esta opción mixta, con el propulsor más potente de 111 CV. Esta unión implica necesariamente el nivel más alto de acabado.

En marcha, el motor eléctrico ayuda al térmico cuando aceleramos, así rebaja consumos, pero además lo pone en marcha en conducción por ciudad y hace las veces de generador de energía cuando la mecánica va reteniendo el vehículo. Esta energía se almacena en un acumulador aparte. La ingeniosa solución es sencilla, pues la parte eléctrica no llega a impulsar directamente las ruedas (como en la mayoría de los híbridos) pero efectiva, porque aunque no mejora las prestaciones, contribuye a ajustar un consumo que ya de por sí es realmente bajo. La cifra de gasto de gasolina oficial es de 4,3 litros (4,6 litros la versión sin ayuda eléctrica) y es fácil no pasar de los 5,5 litros incluso circulando habitualmente en ciudad. Para terminar con la parte motriz, podemos decir que esta variante SHVS está disponible con la caja manual de cinco relaciones, de excelente tacto y muy divertida de usar.

El propulsor descrito de un litro y 111 CV tiene disponibles las dos líneas de equipamiento: GLE y GLX. Con la primera de ellas encontramos elementos como las llantas de 16 pulgadas, equipo de audio con pantalla táctil, asientos delanteros calefactables, cristales traseros tintados y testigos de presión de neumáticos, entre otros. El nivel GLX supone llantas de 16 pulgadas diferenciadas, arranque sin llave, climatizador, sistema multimedia con navegación, control de velocidad adaptativo con limitador, pantalla a color en la instrumentación, ópticas de Led para todas las funciones, retrovisores exteriores eléctricos con intermitentes integrados, alerta de salida de carril, frenada asistida, detector de fatiga para el conductor, cambio automático entre luces de carretera y cruce y asistente de salida en pendientes.

El precio de la gama del nuevo Swift arranca en los 13.250 euros con el motor de 1,2 l. de 90 CV; esa mecánica pero con cambio automático cuesta 14.650 euros y con tracción total 14.750 euros; nuestro 1,0T de 111 CV vale desde 14.450 euros y la versión tope de gama, que es la que hemos podido probar, con la ayuda del motor eléctrico, tiene un precio de 16.950 euros.