En un segmento tan asediado por los diésel como el de los ´SUV´, brilla con luz propia un motor de gasolina tan refinado como el ´dos litros´ de la marca alemana. En su variante de 231 CV, la más potente dentro de la familia X1, da prestaciones más que respetables, una suavidad de marcha encomiable y, en definitiva, un placer de conducción que nos hace olvidar los bloques de gasóleo, sean del fabricante que sean.

Pero, antes de describir las reacciones del X1 en su variante de gasolina más potente, el modelo en sí bien merece un repaso.

El más pequeño de los todocamino de la firma mide 4,44 metros, lo que le hacen bastante compacto y válido tanto para carretera como para ciudad. Esta compacidad no se deja notar en un habitáculo espacioso para cinco que añade un maletero de 505 litros. Delante, el puesto de conducción sigue fiel a la ergonomía a la que nos tiene acostumbrados BMW, con un despliegue de calidad que pone en su sitio al resto de contrincantes.

En marcha, el X1 xDrive25i es muy silencioso y su respuesta es tan progresiva que al principio aparenta dar menos potencia (nos hemos acostumbrado mal a los envites de algunos motores diésel a pocas vueltas). Pero esa sensación desaparece a medio régimen, ya que con la ayuda del turbo, el brillante bloque de cuatro cilindros sube disparado hacia la zona alta con un sonido muy agradable. Hay que decir que quien se decante por esta versión, la obtendrá asociada invariablemente a la tracción total xDrive y la afamada caja de cambios de convertidor de par de ocho relaciones, otra delicia que encaja a la perfección con este motor (bien dicho, es tan bueno el cambio que encaja con cualquier propulsor de la marca). Con estos mimbres, las prestaciones, como ya decíamos, son destacables para un ´SUV´ de este tipo, pues consigue una punta de velocidad de 235 km/h y llega hasta los 100 km/h desde parado en 6,5 segundos. En el apartado del consumo, el BMW X1 también destaca, pues las mejoras aerodinámicas implantadas en el diseño de esta generación, además de otras medias como el sistema de arranque y parada, logran un gasto medio de 6,4 litros, bastante contenido para un vehículo de más de 1.600 kg y tracción total.

El listado de dotación de uno de los mejores de la categoría es de órdago. De serie todos los X1 montan elementos como la pantalla de 6,5 pulgadas en el salpicadero gobernada por el mando ´iDrive´, que muestra las funciones del sistema multimedia con conectividad USB, el aire acondicionado, un selector que puede adaptar varios parámetros del coche (respuesta, dirección, caja de cambios...) según los perfiles ´Confort´, ´Sport´ y ´EcoPro´ (este último permite la conducción a ´vela´ poniendo punto muerto cuando no se acelera), entre otros muchos más.

El X1 se puede vestir con más dotación, como el sistema multimedia con una pantalla mayor (8,8 pulgadas), el aparcamiento asistido, la proyección de datos en el parabrisas (muy completa), la suspensión de dureza variable, una dirección más deportiva, los asistentes de mantenimiento de carril con radar y conducción en atascos, y llantas de hasta 19 pulgadas. Además de esto, la marca pone a disposición unos paquetes que personalizan la carrocería y el interior con varios detalles (´Advantage´, ´Sport Line´, ´xLine´ y ´M Sport´).

La gama de precios del X1 comienza en los 30.950 euros del sDrive (tracción sencilla) 16d. Los demás diésel son los 18d (150 CV), 20d (190 CV) y 25d (231 CV). En gasolina, además del tope de gama que tratamos hoy, está el 18i (136 CV). Nuestro BMW X1 xDrive25i, como hemos dicho, una delicia por suavidad y reacciones, cuesta 45.500 euros.