Actualizado a principios de año con retoques estéticos y de dotación, el Forester mantiene su vigencia y, cómo no, las capacidades fuera del asfalto a las que nos acostumbró en pasadas ediciones.

En cuanto a la apariencia, el Forester incorpora la nueva parrilla de la marca, que separa unas ópticas que pueden ser del tecnología Led para todas las funciones. Los paragolpes también cambian su aspecto. Dentro se ha mejorado la información que muestra el panel del conductor, cambian algunos materiales de las molduras y guarnecidos y se introducen nuevas tapicerías.

Además del sistema multimedia con pantalla táctil de 7 pulgadas que se estrena en este modelo, proveniente del Outback, hay otra pantalla en la zona superior del salpicadero que informa de manera pormenorizada de los datos del ordenador de viaje. El resto del habitáculo conserva la practicidad del anterior, con bastante espacio en sus cinco plazas (no hay versiones de siete) y un maletero de más de 500 litros de carga.

La gama para nuestro mercado queda configurada con dos motores de gasolina de 150 y 240 CV y otro diésel de 148 CV. Como no podía ser de otra forma, según marca la tradición de la firma, todos cuentan con la arquitectura de tipo bóxer con cuatro cilindros (horizontales y opuestos dos a dos), dispuestos en sentido longitudinal. Los de gasolina se alían con un cambio automático de variador continuo llamado Lineartronic, que está en opción en el de gasóleo (monta de serie una caja manual de seis marchas). Éste es, precisamente, el que hemos tenido la oportunidad de probar: el Forester diésel 2.0D con la caja Lineartronic.

Esta novedad mecánica demuestra su solvencia nada más sentarnos al volante. Por un lado apreciamos la suavidad con la que gira el motor diésel bóxer (único en el mercado), que apenas acusa vibraciones y emite un sonido agradable y de bajo nivel. Además llama la atención su respuesta, viva desde pocas vueltas y que puede subir con fuerza por encima de las 5.000 rpm. Por otro lado, la caja de cambios automática se compenetra muy bien con el propulsor escogido y la recomendamos sin dudarlo, teniendo en cuenta el sobrecoste de 2.000 euros. También monta la tracción total permanente, como es habitual en los modelos de la marca, y el botón ´X-Mode´ optimiza el avance del coche en condiciones más complicadas por debajo de 20 km/h. Este sistema gestiona la respuesta del motor, la tracción y los frenos para mejorar la capacidad 4x4. También activa el control de descensos cuando detecta el inicio de una bajada.

En el apartado del consumo, el Forester puntúa con nota gracias a su eficiente motor, del que ya teníamos referencias de su poco gasto en otros modelos del fabricante hace un tiempo. En este caso la cifra de homologación es de 6,1 litros, no muy difícil de conseguir cuidando el acelerador y no pisando demasiado la ciudad (este Forester arroja un peso en báscula de casi 1.700 kg).

Hay cuatro acabados disponibles, Sport, Sport Plus, Executive y Executive Plus. De serie y desde el acabado más bajo monta llantas de 17 pulgadas, raíles en el techo, climatizador, sistema de entretenimiento con pantalla de 6,2 pulgadas con reconocimiento de voz y manos libres, levas del cambio en el volante, ocho airbags y asistente al arranque en pendientes, entre otros. Subiendo de nivel aparecen elementos como el climatizador doble, los faros de Led, las llantas de 18 pulgadas, el techo solar, el cuero en asientos, el acceso y arranque sin llave, el portón trasero automático, la cámara de visión posterior o el control de velocidad, por citar algunos.

Los precios de la gama diésel arrancan en los 27.900 euros de la versión manual; con el cambio automático parten desde los 29.900 euros.