Actualizado hace un par de años, el Countryman amplió su gama de motores, su equipamiento disponible y renovó la estética. Más aventurero que sus hermanos de marca, tiene un abanico de propulsores que comprende bloques de cuatro cilindros y 1,6 litros de cubicaje en el caso de los gasolina, con potencias de 98 CV (One), 122 CV (Cooper), 190 CV (Cooper S) y 218 CV (John Cooper Works); en diésel también hay bloques de cuatro cilindros, de 1,6 litros para las potencias de 90 CV (One D) y 112 CV (Cooper D), y de 2,0 litros para el de 143 CV (Cooper SD). Las cajas de cambios son manuales de seis marchas en todos los casos y en opción hay una automática del mismo número de velocidades para todas las variantes excepto para el diésel menos potente, que tampoco puede montar la tracción total inteligente ´ALL4´. Ésta se ofrece en opción para el resto de la gama (en el John Cooper Works va de serie). Nosotros hemos tenido la oportunidad de probar con detenimiento una unidad del Countryman dotada con el motor de gasóleo más potente de 143 CV, el MINI Cooper SD Countryman, con la tracción sencilla a las ruedas delanteras.

El Countryman no sólo es más aventurero por la posibilidad de la tracción total, combinada con algo más de altura al suelo, sino, con permiso del recién llegado Clubman, que en su renovación ha crecido mucho, también es uno de los MINI más prácticos por habitabilidad. Los asientos traseros se pueden desplazar longitudinalmente 13 centímetros y abatir en proporciones 40/20/40. Así se modula el volumen del maletero, que va desde los 350 litros (buen valor para su tamaño) hasta los 450 litros adelantando esa bancada (1.170 litros si la plegamos). Delante el espacio es como el de un buen compacto, pero conservando la postura al volante típica de los de la marca, pese a no ser de un formato muy parecido ya.

La opción del gasóleo más potente de 143 CV permite prestaciones destacables sin tener que visitar demasiado el surtidor. En cuanto a lo primero, el Cooper SD Countryman se mueve con la agilidad de un motor solvente (es prácticamente el mismo ´dos litros´ que mueve a los 118d o 318d, entre otros BMW), que empuja bien desde unas 1.600 rpm y que tiene la zona media como espacio predilecto. Su consumo medio homologado es de 4,5 litros, a los que nos podemos acercar si vigilamos el pie derecho y no nos metemos mucho en ciudad. El tacto del cambio manual es sólido, muy al estilo BMW, al que uno se acostumbra pronto y no presenta ningún problema. Las relaciones del grupo final largas priman el confort de marcha y el ahorro, aunque es capaz de recuperar en sexta con bastante rapidez y sin recurrir a la quinta velocidad.

En cuanto a la dinámica, este Countryman, a pesar de ser uno de los MINI más grandes y presentar casi 1.400 kg en báscula, conserva el tacto característico de los modelos de la firma británica, con una pisada muy aplomada y unas sensaciones al volante muy directas que comunican de manera sobresaliente el firme por el que nos movemos. La estética de ´crossover´ campero no debe llevar a engaño, porque, aunque levanta los bajos más que un coche normal, deambular por espacios poco asfaltados está limitado por el bajo perfil de las ruedas que monta de serie (de 17 pulgadas) y la tracción, que en nuestro caso es a las ruedas delanteras.

El equipamiento de serie para nuestro SD Countryman contiene elementos como el ordenador de viaje, equipo de audio, faros antiniebla con Led, luces de ambiente, control de presión de neumáticos, climatizador y volante estilo John Cooper Works. Hay un sinfín de opciones en paquetes que añaden una suspensión más deportiva, asientos más duros, molduras exteriores de protección, sensores de aparcamiento, además del navegador con pantalla a color de hasta 6,5 pulgadas o un equipo multimedia más completo.

El precio del MINI Cooper SD Countryman parte desde los 29.400 euros.