La tercera generación de la berlina de la marca checa está a la venta con precios que parten desde los 19.870 euros y una oferta mecánica que comprende cuatro niveles de potencia en diesel (1,6 l. con 105 y 110 CV, y 2,0 l. de 150 y 180 CV), y cinco motorizaciones de gasolina (1,2 l. de 105 CV; 1,4 l. con 110 y 140 CV; 1,8 l. de 180 CV y 2,0 l. de 220 CV). Las cajas de cambios de serie son manuales de seis relaciones en todos los casos excepto en el diesel menos potente, que es de cinco. También está disponible la deseable caja automática DSG de doble embrague para la mayoría de las mecánicas, con seis o siete velocidades en función del motor. En esta ocasión hemos tenido la oportunidad de probar la versión de gasóleo más potente, unida precisamente al cambio automático DSG, que en este caso cuenta con seis velocidades.

Pese a su diseño poco rompedor con la anterior generación, no se puede negar que el nuevo Octavia presenta líneas vanguardistas, acordes con los últimos modelos de la firma. Paños limpios y rectos en los flancos, un frontal sólido con el logo en el capó y una trasera bien definida y con grandes (y visibles) pilotos son sus rasgos más destacables. Ahora es 9 cm. más largo y 4 cm. más ancho (hasta un total de 4,66 m. y 1,81 m. respectivamente), por ello, su interior ofrece más espacio para cinco personas, y eso que el modelo que sustituye ya era bastante habitable. El volumen del maletero también aumenta hasta un total de 590 litros para convertirse en la referencia de la categoría. Por cierto que, gracias al enorme portón y el hueco que deja al abrirse, es posible meter objetos grandes, y si el espacio no fuera suficiente, los asientos traseros se pueden abatir para conseguir un volumen de 1.580 litros.

Delante, el conductor encuentra todo a la mano y la instrumentación es completa y legible. Además la calidad de los plásticos es buena y el diseño en general resulta agradable y sobrio, muy alemán.

En marcha luce de manera especial su motor diesel. Suave y elástico, empuja con fuerza desde pocas revoluciones hasta más de 4.000 sin apenas saltos. La caja de cambios de doble embrague nos parece muy recomendable por lo bien que funciona y porque hace la conducción más fácil. Además permite un manejo secuencial y tiene un modo deportivo. Cuesta unos 1.600 euros más. Con este cambio automático de seis relaciones, el Octavia 2.0 TDI gasta una media de 4,5 litros de gasóleo por cada 100 km.

Al igual que en otros modelos del Grupo Volkswagen, la berlina de Skoda puede equipar un selector que cambia los perfiles de manejo entre los modos ´Eco´, ´Normal´, ´Individual´ y ´Sport´. Éstos cambian la respuesta al acelerador, las transiciones entre marchas, en caso de montar caja automática (como era nuestro caso) o la firmeza de la dirección.

Aplomado y seguro en tramos revirados de montaña, en los que su elaborado eje torsional posterior se comporta de manera formidable (por encima de este nivel de potencia se monta otro tipo de eje de paralelogramo deformable), sale a la carretera con la garantía de sus lucidos 150 CV para cuando hay que adelantar o afrontar un repecho.

Con esta mecánica, los acabados disponibles son ´Elegance´, ´Ambition´ y el tope de gama ´Laurin & Klement´. De serie equipa elementos como la alerta por cambio involuntario de carril, el control de velocidad activo, la detección de fatiga del conductor, el cambio de luces automático (carretera y cruce), el climatizador doble, las llantas de 17", el asistente al aparcamiento y el sistema de reconocimiento de señales. Todo esto se puede completar con un navegador con sistema multimedia con pantalla táctil de 8", faros bixenón adaptativos, asientos con regulación eléctrica, suspensión de corte más deportivo y llantas de 18", por citar algunos.

El precio del Skoda Octavia 2.0 TDI 150 CV va desde los 23.500 euros del acabado ambition, hasta los 30.790 euros de nuestra unidad de pruebas ´Laurin & Klement´.