La primavera que acabamos de estrenar es para los descapotables. Es la mejor estación del año -con temperaturas suaves y sin el calor tórrido de los veranos levantinos- para disfrutar de circular con un buen coche a cielo abierto. Los automóviles convertibles pueden ser de muchas clases, desde los radicalmente deportivos hasta los que se conciben solo para pasear. De entre todas las posibilidades hay una clase concreta de la que cada vez quedan menos representantes en el mercado: los descapotables de techo rígido retráctil como el BMW 428i Cabrio que protagoniza estas páginas. La propuesta de BMW es única, puesto que sus principales rivales de Mercedes o Audi llevan techo de lona. Un techo rígido retráctil aporta una estética más próxima a la de un coupé cuando llevamos la capota puesta, mejor aislamiento acústico y térmico y tranquilidad cuando aparcamos o cuando buscamos lavar con urgencia el coche en cualquier parte. En el apartado de las desventajas, la principal es el aumento de peso con respecto a una capota flexible y también el recelo que nos despierte la fiabilidad del complicado mecanismo que pliega y repliega el techo. Lo del peso no tiene remedio: hay que conformarse; lo de la fiabilidad del mecanismo del techo no ha de suponer problema en el caso de BMW puesto que el sistema ya probó su fiabilidad con la anterior generación del Serie 3 Cabrio.

No hablaremos de la estética del BMW 428i Cabrio: se comenta sola con las fotos. Sin capota la línea es completamente pura; con ella, el Serie 4 es un coupé equilibrado, y es que BMW ha logrado, con un techo retráctil en tres piezas y un plegado de sofisticada coreografía, que la zaga no resulte tan pesada como en otras realizaciones (piensen en Renault o Peugeot, por ejemplo).

El interior del 428i Cabrio es el de cualquier Serie 4... Y el de cualquier Serie 3. Máxima calidad y funcionalidad con un diseño racional hecho para durar sin cansar y sin que se deteriore. Las plazas delanteras son magníficas por amplitud y posibilidades de reglaje. En cuanto a las traseras, pierden confort con respecto a las del Serie 4 Coupé porque los respaldos van más tiesos. De todos modos, sirven para un rato. El maletero del 428i Cabrio es muy capaz con la capota puesta, pero con el techo replegado hay que controlar muy bien qué equipaje llevamos (nada dramático, porque hay espacio de sobra para la impedimenta de fin de semana de dos personas). Un detalle por el que felicitar a BMW: el respaldo de los asientos traseros puede abatirse para poder introducir objetos largos en el cofre. Y otra posibilidad bien pensada: con el techo replegado, si queremos cargar o descargar el maletero, podemos elevar ligeramente el conjunto para acceder con más facilidad.

El Serie 4 Cabrio puede venir con tres acabados denominados Sport Line, Modern Line o Luxury Line, además del kit deportivo M. El equipamiento básico es suficiente, ya que contamos con Bluetooth, asientos de piel o control de crucero, además de climatización etc. Si se desea, se puede contar con elementos tan sofisticados como el navegador o la información proyectada en el parabrisas, por citar solo algunos elementos.

¿Son suficientes 245 CV para un descapotable mínimamente deportivo? En nuestra opinión, y dada la concepción del Serie 4 Cabrio, sí. Hay versiones más potentes (435i con 306 CV y el exclusivo M4 Cabrio con 431 CV) pero este 428i ofrece un gran placer de conducción. Es un 4 cilindros en línea de tan solo 2.0 litros que, gracias al milagro del turbo entrega semejante cifra de potencia (245 CV) con un gran par máximo que se logra a bajos regímenes. Ideal para practicar la conducción tranquilas en marchas largas o para conducir a ritmos muy vivos y disfrutar de la deportividad del chasis. Es cierto que el peso suplementario de 230 kilos con respecto al Serie 4 Coupé vuelve las reacciones un poco menos rápidas, pero el 428i Cabrio nos va a dar todo tipo de satisfacciones.

Y la principal satisfacción es que por poco más de 50.000 euros disfrutaremos de un descapotable bonito, deportivo, y bien hecho.