¿Quién dijo que hacía falta una millonada para llevar un coche bonito, con estilo, divertido y con todo el carácter que uno busca para conducir rápido por carreteras viradas? La respuesta a todo este auténtico pliego de condiciones que usamos como punto de partida bien pudiera ser el Mini One Cabrio. Es el escalón de acceso a la gama del convertible británico y lo tenemos al alcance por un precio de 21.450 euros. Bien es cierto que esta versión todavía pertenece a la generación que fuera lanzada en 2009 y que ha ido recibiendo sucesivas y puntuales actualizaciones desde entonces; bien es verdad que no llega al delicioso comportamiento de la versión convencional; pero, sobre todo es un hecho que todo eso se olvida cuando quitamos el techo y damos un paseo en tiempo primaveral con el cielo como testigo.

La gama del Mini Cabrio comprende motores de gasolina de 98 CV (One), 122 CV (Cooper) y 184 CV (Cooper S), y diésel de 112 CV (Cooper D) y 143 CV (Cooper SD). Los diésel son interesantes por economía, pero también cuestan más caros. La versión de gasolina de 98 CV, el Mini One Cabrio, es la más asequible y suficiente como vehículo de disfrute.

El Mini One Cabrio tiene todo el carácter de cualquier Mini. Sus suspensiones, tirando a duras, ofrecen esa sensación de estar llevando un kart que tanto aprecia todo el mundo. En carreteras bacheadas se puede apreciar algún amago de torsión por la menor rigidez del chasis, pero en la mayoría de circunstancias el Mini ofrece un comportamiento dinámico la mar de satisfactorio.

El techo de lona es el atributo más llamativo del Mini Cabrio. Se repliega o despliega de forma completamente automática en unos 20 segundos e incluso con el coche andando, siempre y cuando no superemos los 40 por hora. Además, el techo se puede retirar hacia atrás unos 40 cm., de modo que hace las veces de techo practicable si no nos apetece retirar por completo la capota. Con el techo cerrado, el aislamiento es suficiente. Con el techo abierto, los paseos a velocidad moderada son una delicia y la estampa del coche es muy afortunada.

En su interior, el Mini One Cabrio es igual a sus hermanos de gama, por lo que encontramos la acostumbrada configuración del salpicadero con el gran indicador circular en el centro. El techo plegable se controla mediante un mando que hay instalado junto al espejo retrovisor (también mediante un botón específico del mando a distancia). Como en cualquier descapotable de este tamaño, las plazas delanteras disfrutan de un amplio espacio, mientras que los pasajeros de atrás habrán de ser niños o ir apretados. No obstante, estos asientos pueden servir para cortos trayectos. No se puede hacer más en un habitáculo de este tamaño, teniendo en cuenta que hay que alojar el techo. En cuanto al maletero, sus 170 litros de capacidad no dan realmente para mucho. De todos modos, si pensamos en un cabrio como éste, nuestras prioridades han de ser otras.

La pregunta final es si este Mini One Cabrio es suficiente para contentarnos. La respuesta es que sí porque nos permite disfrutar de la experiencia de un descapotable por relativamente poco dinero. Esta versión es para ir tranquilos. Si queremos ´pimienta´ tendremos que desembolsar mucho más dinero y quizá entonces surjan rivales en otras marcas que pueden resultar más atractivos. En cuanto a la opción diésel... Bueno, la verdad es que el sonido de un motor de gasóleo no casa mucho con la experiencia de ir con el techo abierto, ¿no creen?