El actual presidente checo, Milos Zeman, ha revalidado este sábado su cargo como jefe del Estado al hacerse con la victoria en la segunda y última ronda en las elecciones frente a su rival, el ex director de la Academia de las Ciencias, Jiri Drahos, quien ya ha reconocido su derrota.

A falta de los resultados totales, Zeman ha conseguido un 51,6 por ciento de los votos, aunque Drahos, con un 48,3 ha ganado en las principales ciudades del país, comenzando por la capital, Praga. Los votos están escrutados ya casi al 99 por ciento, según los datos oficiales recogidos por Radio Praga.

A pesar de las limitadas competencias de la figura del presidente -- cuyo poder está francamente limitado por la Constitución -- la campaña electoral ha demostrado la división existente entre el electorado, en buena parte debido a Zeman, un político del que Bruselas sospecha constantemente por su antieuropeísmo -- a pesar de concesiones a la galería como su izada de la bandera europea en el castillo de Praga tras alcanzar la presidencia hace cinco años, solo para acabar proponiendo un referéndum para la salida de la Unión Europea, siguiendo los pasos de Reino Unido.

Drahos había encabezado las encuestas previas a esta segunda vuelta, en parte gracias a su estilo moderado y cívico, en contraste con la retórica populista y vulgar de Zeman, que tiene en su mensaje anti-inmigración, anti-élite su principal arma, junto a su amplia experiencia en política en calidad de antiguo líder de los socialdemócratas de centro izquierda y como primer minitro entre 1998 y 2002 también juega a su favor.

Los presidentes checos tienen capacidades ejecutivas limitadas, pero pueden nombrar primeros ministros y presidentes del Banco Central, representar al país fuera de las fronteras y mantienen una gran influencia sobre la opinión pública.