En el país que inventó el pop y la minifalda en estos días convulsos triunfa el reggae. Todo gracias a una política conservadora formada en Oxford que hoy se juega la coronación como reina plebeya de los británicos. "She's a liar, liar" (ella es una mentirosa), repite de forma machacona el estribillo del grupo Captain Ska que ha llegado a los primeros puestos de las listas británicas.

El ascenso de la canción se debe a las miles de descargas de internautas. Las radios británicas, entre ellas la BBC, han declinado emitirla, al considerar que viola las normas electorales sobre neutralidad. El tema dedicado a la primera ministra en funciones, refleja el estado de ánimo de una Inglaterra que no se reconoce en sus líderes y que enfrenta horrorizada el pánico creado por los asesinatos indiscriminados a manos de islamistas. Hasta Margaret Thatcher, a la que May admira y aspira a emular, superaría en estos momentos en empatía popular a la lideresa conservadora.

Pero los tiempos han cambiado y la orgullosa Inglaterra, empeñada en dar un portazo a la UE para recuperar la gloria perdida, empieza a aterrizar en una realidad que gusta cada vez menos en las calles de las ciudades y pueblos.

En realidad, Captain Ska, una banda británica de reggae y ska fundada hace siete años por el trompetista y productor Jake Painter, ha puesto letra y música a las reivindicaciones de un grupo de activistas llamado "Asamblea Popular contra la austeridad".

May no se da por aludida y sigue centrando sus esfuerzos en ganar la batalla a Bruselas. Eso sí, ahora pretende bajar el tono y ha pedido a los funcionarios de su país que preparen una "gran y generosa oferta" sobre los derechos de los ciudadanos europeos, para ser presentada poco después de las elecciones (en caso de que gane). La mandataria se ha dado cuenta de que el Brexit, por muy duro que sea, debe estar asentado en cierta racionalidad. La campaña electoral ha dejado muchas preguntas sin respuesta. Tal vez las urnas consigan aclarar el panorama. May abrió los mítines advirtiendo que el resto de la UE se estaba alineando contra Gran Bretaña. Pero fue cambiando de estrategia mandando a Bruselas un mensaje destinado a lograr que las conversaciones de Brexit empiecen con una nota amistosa.

En la capital europea se respira estos días una tensa calma. El negociador del Brexit, Michel Barnier, ha defendido desde el principio que los derechos de los ciudadanos debe ser la prioridad en las negociaciones con el Reino Unido, así que los planes de May no hacen más que enlazar con las intenciones de la Comisión Europea.

Es más, los altos funcionarios opinan que si la gobernante, aficionada a presumir de carácter difícil, quisiera de verdad fumar la pipa de la paz habría reconocido ya que su país tiene obligaciones financieras reales con la UE y está dispuesta a cumplirlas en las próximas décadas. En cualquier caso, tanto al Reino Unido como a la UE les conviene un gobierno estable y eso es lo que realmente se juega hoy. La suerte está casi echada.